Nuestra vida cristiana se degrada cuando está anestesiada, cuando “pasa de todo”, cuando renuncia a la profecía. ¡Ojalá todo el pueblo profetizase! exclamó Moisés en el desierto. Y aquí nos surge una gran pregunta: ¿queremos vivir proféticamente esta Cuaresma 2021? ¿Estamos dispuestos a ello? La imposición de la ceniza es el momento del compromiso inicial: ¡Conviértete y cree en el Evangelio!; y el recuerdo que no somos inmortales ¡Recuérdate que eres polvo y al polvo volverás!
Podemos acostumbrarnos al paso del tiempo, sin reconocer que en el tiempo se está tejiendo la trama de la historia humana y de la creación. Podemos vivir la historia de nuestro mundo, sin implicarnos en ella. Como quienes ven pasar los acontecimientos sin vivirlos, sin apasionarse, sin comprometerse. Estamos viviendo acontecimientos políticos, económicos, culturales de suma importancia.
Vemos que es muy fácil evadirse de la realidad y vivir encerrados en una burbuja. En cambio, los profetas, los apocalípticos, los seguidores de Jesús, siempre estuvieron movilizados para cambiar y mejorar la historia de aquella parte del mundo en la que vivían y algunos hasta fueron enviados a otras naciones. Ellos rompieron la burbuja y “salieron” para colaborar.
La Cuaresma es la memoria del Éxodo del Pueblo de Dios: cuando fue liberado del poder dictatorial del Faraón y de sus falsos dioses y pasó el mar Rojo y llegó al monte Sinaí donde estableció Alianza con Dios. La Cuaresma es, sobre todo, la memoria de la pasión y muerte de Jesús, que -como proclamamos en la consagración eucarística- entregó su cuerpo y su sangre “por nosotros”. Es la memoria del Jesús que nos dice: ¡Conviértete, cambia de vida, intensifica tu vida y sígueme y proclama con las palabras y las obras mi Evangelio!
Cuaresma es el nombre de una huida de nuestra prisión: se nos abren las puertas de esas cárceles interiores en que estamos encerrados, para salir y respirar otro aire, y ayudar a los demás a vivir ante Dios y amando a todo el mundo con todo el corazón, toda el alma y todas las fuerzas. Y así lo cantamos: La Iglesia en marcha está. A un mundo nuevo vamos ya.
Si la cuaresma es éxodo, huida de nuestras cárceles: ¿huir de dónde? ¡De este viejo mundo! De tanta injusticia, insolidaridad, esclavitud como nos aqueja. Huir de los nuevos «ídolos» que exigen adoración y nos destruyen: tienen nombres de pecados capitales: soberbia, ira, lujuria, avaricia, gula, envidia, pereza y acedia. Nos están infectando y no nos protegemos de ellos. E incluso contagiamos a otros. Por lo tanto, en esta Cuaresma no queremos bajar la guardia. Deseamos des-infectarnos de esta epidemia interior, para llevar adelante la “causa de Jesús” y de su Espíritu Santo.
¿Huir, hacia dónde? «Hacia adelante», hacia ese lugar en el que “viene a nosotros el Reino de Dios”; ese lugar en el que emerge “una nueva tierra”, “un nuevo cielo”, un nuevo ciclo en la vida donde Dios nos lave y nos limpie con su amor echo misericordia.
Padre Avelino Ferreira Machado:
Ordenado Sacerdote el 13 de octubre 1996. Terminó Estudios Teológicos y Filosóficos en la Universidad Católica de Lisboa (Portugal). Licenciado en Teología de la Vida Consagrada en Roma. Fue vicerrector y encargado de la pastoral educativa del Colegio Santa Dorotea de Cali. Actualmente Asesor Espiritual de la Institución Educativa Gimnasio del Rosario y otras instituciones Educativas y del Centro de Neurorehabilitación Fundación San Rafael en Sincelejo.