Es impresionante cómo lo que ocurrió y ocurre en la historia humana, puede suceder en momentos de vida familiar y los dejamos pasar por alto.
El renacimiento fue una época que le dijo a la edad media: hay una nueva forma de ver al mundo, no vamos hacer las cosas como las hacían ustedes. El Barroco a los renacentistas: nos cansamos de su perfección, de lo clásico, por ello exageramos un poquito en los detalles. A estos dos, los románticos, los contrarrestaron exaltando lo subjetivo.
En realidad no son épocas contrarias, se complementan y permiten a las generaciones superar paradigmas, al confrontar las visiones, enfrentando los tiempos.
Era un fin de semana sin turno, en compañía de una caipiriña, en la sala, escuchaba boleros, salsa, música brasilera, vals peruanos, tangos, baladas de los 70 y 80. Soy de los que no escuchan un solo tipo de música, por muy buena que sea, me canso.
Con el ánimo acelerado que me ofrecía la caipiriña, se me dio por dármelas de cantante. Vi a mi hijo, pasó por la sala, no dijo nada, fue a la cocina, salió al jardín, se acostó en la hamaca. Lo vi mecerse, Se levantó, fue por segunda vez a la cocina, abrió la nevera, no sacó nada y subió al cuarto. Seguí en mi palco de sala. Pasaron unos 10 minutos, mi hijo bajó las escaleras.
En aquel momento llega a mi casa, el cantante argentino, Leonardo Fábio con su Muchacha de abril, el nombre original no es ese, pero que importa, para mí es Muchacha de abril.
“Quiero aprender de memoria con mi boca tu cuerpo muchacha de abril y recorrer tus entrañas en busca del hijo que no ha de venir, quiero partir con mi canto tu cuerpo de niña y hundirme a vivir”
- -Pá, que música tan cansona, bájale el volumen.
- -Es lo mismo que un Reguetón o una Champeta
- Se metió la madre, que es cartagenera, a defender al hijo.
- -Cómo se te ocurre que esa música exprese lo mismo que un Reguetón o una Champeta.
Para picarle la lengua le dije, costeña tenías que ser. Si, ya lo sé, es maltrato familiar, “bullying” doméstico, pero entre nosotros es lenguaje que indica que deseamos hablar sin complicarnos la vida. Ella lo entendió. Mi hijo siguió con la cantaleta sobre mi música de viejo.
Hombre, hijo, mi música es lo mismo que un Reguetón, igual a tu música, con otra manera de decir las cosas. Ya curioso, o quien sabe, aburrido por mis canciones, me pidió que le demostrara que era lo mismo que un Reguetón.
Bajé lo primero que apareció en el aplicativo.
“Perriando hasta el piso, ella quiere más, ella quiere que le haga sudar, ella tiene algo que me paraliza y voy a darle para que sienta, a ella le dicen la gata fiera, la que anda soltera…. “
Ahora, si sabes que significa abril y muchacha, aunque parezca redundante, se trata de una muchacha joven en plena efervescencia sexual, como las flores que copulan en abril. Y, el tipo quiere besar con su boca el juvenil cuerpo y recorrer sus entrañas, quiere poseerla y cabalgar, como describe Flaubert en Madame Bovary , o perriar como este Reguetón y, ojo a esto, en busca del hijo que no ha de venir. Te la pillaste hijo. Dibujó una sonrisa.
El hombre quiere sexo sin ningún compromiso, placer sin ataduras y que ella siga soltera. Por eso quiere hundirse en el cuerpo de la muchacha… si no es claro, para muchos, es por las excesivas metáforas , pero en esencia, es lo mismo que tu reguetón, desea perriar a la que debe seguir soltera.
Ahora, como prefieres decírselo a una mujer o como una mujer se lo dice a un hombre, sin olvidar todas las combinaciones que desees, depende de los tiempos en los que vives, a no ser que no te dejes dominar por tu época, pero la solicitud es la misma. Ni la forma que me tocó y escogí es mejor que la tuya, ni la tuya es peor que la mía, al final pedimos. Y la próxima generación lo hará con formas diferentes a las nuestras. Lo único curioso es que en cualquier tiempo, con cualquier tipo de música, dependemos de ellas.



