Tiembla el país democrático. Cuando hay malos perdedores la búsqueda de los culpables siempre recaen en la parta más débil y no en la estructura e historia de los candidatos o del partido donde militan. Ello está sucediendo actualmente en nuestro país que se encuentra convulsionado políticamente por los errores cometido por la Registraduría Nacional en las recientes elecciones del 13 de Marzo cuando se eligieron los candidatos de las consultas y el senado y cámara de representantes.
“Al caído caerle”, dicho popular considerado de los más usados en el planeta y caen como “anillo al dedo” a lo que intentamos interpretar en cuanto al verdadero culpable en la búsqueda para «esclarecer las discrepancias que se han presentado entre el pre-conteo y el escrutinio de las elecciones al Congreso” en palabras de nuestro presidente Duque.
¿Y por qué “Al caído caerle”. Sencillamente por la simple razón de los innumerables cuestionamientos hacia la credibilidad e independencia del registrador Alexander Vega cuando los partidos le pedían garantías para todos, de manera especial en el número de habitantes en Colombia, cuando discrepaba públicamente con el director del DANE cuando este último aseguraba que mal contados somos 50 millones de habitantes de acuerdo al “censo demográfico”, pero Vega, disentía y vociferaba que eran 55 respaldados por el “registro civil”, situación que dejaba “entre dicho” el verdadero potencial electoral, cuando sabemos que en nuestro país votan los muertos y los inmigrantes indocumentados.
Siempre recurrimos a la memoria histórica que refresca nuestros conocimientos y nos actualiza, y es así como se recuerda el famoso “mago de la Registraduría en Sucre”. En noviembre 1997 “Cuando el senador Álvaro García llegó al lugar donde se daban a conocer los resultados, manifestó que él iba a poner a ganar a su candidato porque él era el mago de la Registraduría” (ALEXANDER TERREROS B. Enviado Especial de EL TIEMPO 16 de noviembre 1997), como efectivamente sucedió, el perdedor ganó la gobernación de Sucre de la época.
A más de los cuestionamientos del día a día, el lastre que trae el ente que se considera “el defensor de la democracia”, se ha debatido desde su creación por ser una entidad proclive al vaivén de la politiquería donde actualmente se le adelantan más de 800 investigaciones por entrega de cedulas sin documentos que lo acrediten, falsificación de registros civiles, actas defunciones a integrantes de grupos criminales, y matrimonios ficticios de personas que pretenden obtener residencia en Colombia
Se especula, que Alexander Vega, hacia parte del clan de los Ñoños y conocía mucha letra menuda de los escándalos de Odebrecht y de Fonade, como así lo intentaron demostrar sus oponentes políticos con las famosas llamadas con los condenados excongresistas Otto Bula y Bernardo ‘Ñoño’ Elías, para un posible “pacto de silencio» por los actos de corrupción en las entidades mencionadas.
Pero hasta allí “no Parió Paula”, existen varios casos que salpicaron a Alexander Vega. La emisora W Radio de Caracol expresó: “…El pasado 28 de agosto del 2019, Andrés Felipe Guerra, actual candidato a la Gobernación de Antioquia por el Centro Democrático, denunció en la emisora W Radio que Vega le pidió $1.200 millones en 2010 para ingresar al Senado…”
Para resolver el “entuerto”, nuestro presidente ha convocado la «mesa de garantías electorales», compuesta por la Registraduría en cabeza del susodicho cuestionado, el Consejo Nacional Electoral, el Gobierno nacional con sus delegados, los partidos y movimientos políticos en contienda, los organismos de control y los múltiples observadores electorales que actualmente se encuentran en el país. La razón, el gobierno desea que sea la “institucionalidad” la que resuelva “las discrepancias”.
Y tiene razón Duque cuando escuchamos pronunciamientos desconcertantes de ganadores que cuando ganan alaban la entidad y perdedores que despotrican de ella, entendiendo que lo sagrado del votante es que le respeten su voto, sin importar como o por quien, ya que es su pleno derecho de votar como quiera independientemente de los resultados positivos o adversos.
Es claro que la problemática está concentrada en el registro y transmisión arcaica de los datos de los famosos formularios E-14. La misión de la Unión Europea, sin un análisis técnico expreso que “el escrutinio y preconteo es inusual”, Álvaro Uribe dijo que «estas elecciones dejan toda la desconfianza en el E -14 llenos de tachones, enmendaduras, firmas que no coinciden y llama a desconocer las elecciones”. Mientras que Gustavo Petro aseguró que “en 30.000 mesas los jurados mandaron la foto del formulario E14 recortando el pedazo del Pacto y así borraron los votos”.
La Misión de Observación Electoral (MOE) le tiró “la pelotica” a los jurados de votación, alegando que “cometieron varios “errores al llenar los E-14, un diligenciamiento inadecuado de las casillas, sumas incorrectas de los votos depositados y captura inadecuada de los mismos en el sistema de preconteo”.
Colombia requiere de una verdadera transformación y modernización de la Registraduría, que la llamada “inteligencia electoral” sea real y no “cuento chino”, se observó que la “accesibilidad” que sería adecuada para personas en condición de “discapacidad” fue muy escasa. Ahora bien, que no salgan con la magnánima idea de eliminar la Registraduría, ya que para los corruptos, es la manera más fácil de esconder las fechorías. El problema está en el ser humano.