Hablar del día de la mujer es hablar de una lucha incesante que desde siempre se ha mantenido, es hablar de derechos, esos de los cuales hoy disfrutamos y que si analizo a fondo la expresión, está no deja de ser excluyente, ¿Por qué hablar de derechos? ¿Acaso no tenemos las mismas condiciones? Aunque anatómica e intelectualmente tenemos las mismas capacidades, durante generaciones se nos inculcó lo contrario. No te sientes así! No juegues a eso! No hables de esa manera! No puedes estudiar esa carrera! Y cientos de NO Por la única razón que parecía valedera, eso es para hombres, aún hoy es muy común escuchar esto, las cosas han cambiado pero a paso muy lento.
La Constitución Política de Colombia en su Artículo 43 establece que “la mujer y el hombre tienen iguales derechos y oportunidades, la mujer no podrá ser sometida a ninguna clase de discriminación”, y en su artículo 13 que “el Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados” Fue hasta el 10 de diciembre de 1934 que se presentó al Congreso de la República un proyecto de ley para que las mujeres pudieran ingresar a la universidad en igualdad de condiciones que los hombres. Suscitó una gran controversia como todo lo que tenía que ver con los derechos de las mujeres.
Jorge Eliécer Gaitán defendió el proyecto desde una perspectiva moderna y Germán Arciniegas lo rebatió, pero en últimas fue aprobado. No fue fácil para esas valientes mujeres que abrieron camino, no sé qué es peor con las ambigüedades que esto presento, según manifestaron su experiencia estás pioneras, el paternalismo y la galantería en las relaciones de género; la hostilidad de algunos profesores para quienes el saber era cosa de hombres; la ausencia de sanitarios para mujeres; la expedición de los títulos en el universal masculino: doctor en medicina o en derecho, maestro en bellas artes o música, ingeniero, para las primeras egresadas.
El ingreso de las mujeres a la universidad posibilitó la investigación de temas nuevos. Maestras como Virginia Gutiérrez de Pineda y su discípula y aliada Ligia Echeverry Ángel pudieron asumir los estudios sistemáticos de la familia, la niñez de la calle, la vejez.
Sus hallazgos se han incorporado a las propuestas de política pública en esas materias y han contribuido a la cualificación de los servicios de bienestar familiar.
La investigación sobre las violencias en el país, y en particular la violencia en las relaciones familiares y de pareja, lo mismo que el maltrato infantil, se ha fortalecido con la contribución de mujeres profesionales e investigadoras, quienes no sólo interpretan esos temas desde perspectivas científicas, sino que construyen alternativas de intervención preventiva, remedial y promueven reformas legislativas.
La Ley 823 de 2003: dicta normas sobre igualdad de oportunidades para las mujeres, garantía de sus derechos e incorporación de acciones de equidad de género a nivel nacional y territorial.
Sin pretender posiciones feminazis, con las cuales no estoy de acuerdo, pues ningún extremo es bueno, porque siento que contradice en parte todo el esfuerzo que hemos tenido para llegar a este punto y es imposible negar que si bien hoy tenemos todos los derechos, algunos obligados por la ley, terreno que ha sido ganado gracias a las mujeres que se lanzan a la palestra política para brindar representación a las necesidades reales de casos urgentes y específicos como lo es la violencia contra la mujer, y las luchas de las organizaciones y los colectivos feministas y con enfoque de género muchos de estos son vulnerados, y se da con tanta frecuencia que pasa desapercibido, escuchar hoy a mujeres decir que no van a tal sitio porque su pareja no se los permite, o que el manejo de sus finanzas es supervisado por ellos, incluso que tipo de ropa usar, porque candidato deben votar etc, son conversaciones que no deberían existir, son conductas que no tienen justificación, hacen parte de las tantas violencias de género que vivimos; no solo la física es violencia, solo en 2021 se registraron en Colombia 55.582 casos de violencia basada en género, representados en 106 feminicidios, 21.434 casos de violencia sexual y 34.042 de violencia de pareja.
Las Naciones Unidas han definido la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.
Al ser la violencia contra la mujer una de las violaciones más generalizadas de los derechos humanos en el mundo, según informa ONU Mujeres, es importante darse a la tarea de conocer las diferentes maneras en las que se puede presentar y reconocer los distintos tipos de violencia que existen contra la mujer.
ONU Mujeres propone en primera estancia la violencia contra niñas y mujeres en el ámbito privado, lo cual se define como maltrato en el hogar o violencia de pareja, que “es cualquier patrón de comportamiento que se utilice para adquirir o mantener el poder y el control sobre una pareja íntima. Abarca cualquier acto físico, sexual, emocional, económico y psicológico, incluidas las amenazas de tales actos, que influya en otra persona”. Esta, se reconoce como una de las violencias más comunes a nivel mundial.
Cuando se habla de violencia en el ámbito privado, se habla también de la violencia económica, en la cual se ejerce control total sobre los recursos financieros, impidiéndole acceder a ellos, trabajar o educarse; la violencia psicológica, donde por medio de la intimidación se amenaza con causar daño físico, incluso mortal, a una persona, pareja, hijos, mascotas para obtener un fin, así como someter a maltrato psicológico a la persona para que se aísle de su familia o amistades, en este tipo de violencia también influye la violencia emocional, que tiene que ver directamente con atacar y minimizar la autoestima de la otra persona.
Así mismo, en este punto también se contemplan la violencia física, y la violencia sexual. Nuestro país tiene un agravante más, que pocas veces se nombra pero que sin duda es una situación siempre presente, son las víctimas de violencia sexual del conflicto armado, que según el Observatorio de Memoria y Conflicto, en Colombia hay registradas 15.738 víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado entre 1958 y 2018.
“El sistema integral para la paz, no solo en la JEP sino con la Comisión de la Verdad, que entregó un informe increíble que visibiliza lo que fue y cómo se dio la violencia ejercida contra las mujeres, hacen apuntes donde hablan de una violencia estructural que por los factores del conflicto armado se profundizó, principalmente por el abandono del Estado colombiano. Por eso durante el conflicto la violencia sexual es una de las que más se evidencian, por la percepción de los actores activos en el conflicto (las extintas Farc, los paramilitares, las Fuerzas Militares), y fue una violencia tanto en hombres como en mujeres pero está comprobado que el 98% de las víctimas de esta violencia fueron mujeres, adolescentes y niñas que relatan violaciones de todo tipo, incluso colectivas, lo que hizo complejo identificar los responsables del acto, por cosas como la similitud entre los camuflados”
Es imposible hablar de violencia de género y dejar por fuera el feminicidio, que se refiere al asesinato intencionado de una mujer por el hecho de serlo, la mayoría de estos casos son perpetrados por parejas o exparejas de la víctima, y suponen la culminación de un proceso de abusos o intimidación constante.
De acuerdo con datos proporcionados el Observatorio de Feminicidios en Colombia, en los últimos tres años se han registrado 1.881 casos, con una cifra que va alarmantemente en aumento, pues mientras que en 2019 se presentaron 574, en 2021 fueron 622, siendo los departamentos con mayor número de casos: Antioquia, Valle del Cauca, Cauca, Atlántico y Bogotá.
“El reconocimiento de las violencias es un arma de doble filo, porque a veces reconocer que uno es víctima de violencia es un símbolo de vergüenza, porque a muchas nuestras madres nos enseñaron a que no dependiéramos de nadie, que teníamos que ser autosuficientes, las mejores estudiantes, con 10 carreras, y eso está bien, pero nunca se atacó el problema real que es enseñarle a los hombres que nosotras somos sus iguales, que merecemos las mismas condiciones, el mismo reconocimiento y el mismo respeto, porque ahí es cuando uno ve que, por ejemplo, lo que es hecho por un hombre es mejor pagado, hay estadísticas que lo demuestran. Por eso es que el ser más formadas y tener una carrera no disminuye del todo las violencias”.
«Actualmente hay un cambio generacional muy grande que evidencia que durante los últimos diez años el crecimiento, la visibilización y el rechazo hacia la violencia contra la mujer ha sido fundamental. Es una lucha que viene de generaciones atrás con victorias pequeñas pero adquiridas que nos han planteado un terreno muy diferente a las mujeres en esta época y en esta generación».