En el corazón del Instituto Técnico San Rafael de Manizales, uno de los mejores colegios de la ciudad, un faro de sabiduría y dedicación brilla con fuerza inquebrantable. Diana Carolina Arango Cortés, conocida cariñosamente como la «Profe Carolina», lleva 14 años dedicando su vida a la enseñanza en esta prestigiosa institución. Su trayectoria es un testimonio de pasión, vocación y perseverancia.
Desde que ingresó al Instituto, ha sido testigo y protagonista del crecimiento y transformación del colegio. «La infraestructura ha crecido enormemente de la mano del fray, Gabriel Ricardo Pimienta», comenta con orgullo, «y los profesores nos actualizamos constantemente para ofrecer la mejor educación posible». Este compromiso con el desarrollo académico y personal de sus alumnos es lo que impulsa a Carolina a seguir adelante cada día. Para ella es muy gratificante vivir todo el proceso académico de los alumnos y verlos graduarse de bachiller e ingresar a la Universidad.
Tiene claro que su vocación es la docencia. «Sin pensarlo, elegiría mil veces ser docente», afirma con una sonrisa. «Es una forma de aprender y enseñar, un proceso bidireccional que enriquece tanto a los estudiantes como a los maestros». Sin embargo, su camino no siempre fue fácil. Recuerda con cierta tristeza cómo una profesora le dijo que nunca aprendería a tocar la guitarra, una experiencia frustrante que la marcó profundamente. «Yo no aprendí a tocar guitarra porque esas palabras me bloquearon. Eso es lo que no se puede hacer», asegura. «Quiero ser recordada como una profesora que inspira y motiva a sus alumnos».
Ser madre y profesora al mismo tiempo presenta desafíos únicos, pero Carolina los enfrenta con valentía y gratitud. «Es difícil ser madre y profesora, pero me siento privilegiada de ver crecer a mi hija en el lugar donde trabajo», dice con ternura. Confiesa que aunque en un principio no quería ser docente, hoy no se arrepiente y agradece a sus padres por haberla impulsado en esta dirección.
Carolina es normalista, psicóloga y licenciada en educación preescolar con énfasis en educación especial. Este bagaje académico le permite abordar la enseñanza desde múltiples perspectivas, siempre con un enfoque en el bienestar emocional de sus alumnos. «Con los niños, una debe ser más que una fuente de conocimiento», explica. «Es fundamental enseñarles valores y asegurarme de que sean felices».
La Profe Carolina no solo enseña, sino que vive su misión con una pasión y dedicación que pocos pueden igualar. Su historia es un ejemplo de cómo la vocación, el amor y la dedicación pueden transformar vidas. Su labor incansable en el Instituto Técnico San Rafael de Manizales no solo ha impactado a generaciones de estudiantes, sino que también ha contribuido al crecimiento y fortalecimiento de la comunidad educativa. La Profe Carolina es, sin duda un modelo a seguir para todos aquellos que creen en el poder transformador de la educación.
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Su día comienza a las 4:30 de la mañana, preparando el almuerzo para ella y su pequeña Luciana. a las 6:50 recibe a sus alumnos con una sonrisa y un abrazo gigante, y a lo largo del día, asume roles de docente y psicóloga, brindando apoyo emocional cuando es necesario. «Es muy importante lo emocional en la educación», enfatiza. Al final del día, regresa a casa para cumplir con sus responsabilidades de madre, esposa y profesora. Dice que se acuesta cansada pero con la satisfacción del deber cumplido.