“…La candidata del Centro Democrático, muy a pesar de no tener todavía la señal del jefe de dicho partido político, tiene muchas ventajas con relación a candidatos presidenciales que no están en la palestra…”
Sí, tal como se expresa, es una buena candidata de la ultraderecha o de la extrema derecha colombiana, ya que en su trayectoria política lo ha demostrado con creces, cuando promulga sus ideales, muchas veces de frente, otras tras bambalinas, retrotrayendo los rezagos de la Revolución Francesa del siglo XVIII, cuando los reyes de entonces iniciaron la separación ideológica al sentar a su derecha a los afines al régimen y a la izquierda a los opositores.
Esas preferencias se consolidaron en el siglo XIX con la Revolución Industrial, cuando patentaron ideas de la derecha sobre cómo debía ser el orden social, el libre mercado, la propiedad privada, la discriminación por el color de la piel, el poder del dinero y el abolengo, sumado a posiciones irreconciliables ejercidas por la iglesia y la religión como fuente de poder político y económico, que incluía el dominio hacia la familia y la nación, tal como sucede actualmente en muchas partes de Colombia y del mundo.
¿Quién es María Fernanda Cabal?
La izquierda es partidaria del poder del Estado en todos los sucesos de un país, basada en la lucha de clases y en la búsqueda de la igualdad económica-social en función del ser humano, en contravía de los ideales de la extrema derecha, que defiende la desigualdad como un elemento positivo y natural, y el Estado debe mantenerse así. Con el transcurrir de los tiempos, cada quien se acomodaba donde más le convenía o según sus preferencias, sin pensar que un buen número, tanto de derecha como de izquierda, se confabularía para desarrollar las fechorías de hoy.
Lo que María Fernanda Cabal debe priorizar es no “mandar a estudiar a los vagos estudiantes”, ni liderar un proyecto espurio que intente prohibir la protesta social. Como política y candidata a la presidencia de la República, debe tener la talla de una mujer de Estado, estudiar el Estado, mirar el pasado, presente y futuro con visión de estadista, no de politiquera.
La Real Academia Española define la palabra “estadista” como “persona con gran saber y experiencia en los asuntos del Estado”. Un país no se rige por caprichos y embelecos politiqueros. El mando va más allá de componendas y rabietas de quienes piensan que, si no estás conmigo, estás con el enemigo, y si no piensas y actúas igual, también eres mi enemigo.
María Fernanda Cabal no puede pretender que el Estado sea de su propiedad. Nos regimos por la internacionalización de la economía, la OCDE, los TLC y acuerdos comerciales, al vaivén de la moneda de acuerdo con la economía mundial. Por tal razón, no es digno de un estadista intentar cambiar la constitución para sus intereses, lo que llevaría a concluir que no está preparada para ejercer el poder.
La candidata del Centro Democrático, muy a pesar de no tener todavía la señal del jefe de dicho partido político, tiene muchas ventajas con relación a candidatos presidenciales que no están en la palestra, se encuentran semi-escondidos y en penumbras esperando las bendiciones y órdenes de sus jefes políticos. Normalmente, en Colombia, los presidentes son impuestos para defender una aparente filosofía política, económica, social, cultural y religiosa, o por un patriarca o líder que desea engendrar el poder en vientre ajeno.
La candidata Cabal ha demostrado que tiene ideales políticos diferentes a los del presidente Petro, y aunque ella no lo diga o no quiera que el mundo político de la extrema derecha lo acepte, tiene un as bajo la manga llamado José Félix Lafaurie, presidente de Fedegán, su amado esposo, quien tiene la bendición de Petro y hace parte del equipo negociador del Gobierno en la mesa de diálogos de paz con el ELN, en contravía de integrantes del Centro Democrático que se oponen a todo lo que no tenga la bendición del comandante en jefe.
La historia laboral y política de María Fernanda es bastante extensa y controvertida. Si por los avatares de la dinámica política llegara al solio de los presidentes, no lo tendría fácil; sus principales enemigos no serán de la izquierda. Sus contradictores son muchos, comenzando por su propio partido con el Duquismo, numerosos desertores del raído trapo rojo del liberalismo, otros tantos del azul opacado del conservadurismo, seguidores del Partido de la U y, asimismo, de los afines a Juan Manuel Santos, pura derecha de extrema calidad.
En el partidero solo está María Fernanda; otros aparecerán en el casillero. Lo que el país quiere es que la democracia perdure y no que desaparezca a manos de seudolíderes autoritarios que, a pesar de ser elegidos democráticamente, quieran aferrarse al poder año tras año.