La desigualdad en Colombia no es invisible; es real y palpable. Basta con llegar a las grandes ciudades y observar los cinturones de miseria y tugurios que las rodean. Algunos llevan tiempo advirtiendo sobre el peligro de que las autoridades y los grandes empresarios sigan ignorando esta realidad. Tal indiferencia podría desencadenar un estallido social sin precedentes.
Según un informe publicado por el Banco Mundial, Colombia es el tercer país más desigual del mundo, solo superado por Sudáfrica y Namibia. Esta inmensa brecha económica pone en riesgo el avance social del país. Sara Ferrer Olivella, representante residente del PNUD en Colombia, señaló que solo el 40% de la población tiene ingresos altos, mientras que el 60% pertenece a sectores vulnerables, pobres o que ya experimentan pobreza extrema. Colombia ostenta el índice más alto de desigualdad en la distribución de ingresos en América Latina, una condición que ha sido persistente.
Diversas voces autorizadas han enfatizado que un estallido social es inminente. Fabio Arias, presidente de la CUT, ha manifestado que su organización estaría dispuesta a liderar dicho estallido si no se implementa una reforma laboral significativa. Según Arias, la CUT está preparada para encabezar movilizaciones si el gobierno y los empresarios no actúan.
Por su parte, el exalcalde de Cali, Maurice Armitage, ha señalado la necesidad de redistribuir la riqueza. En sus declaraciones, Armitage afirmó que los empresarios deben compartir las ganancias con sus empleados. “A mí, siendo rico, me da pena cómo se trata a los empleados en este país”, expresó. Destacó que en sus empresas las repartidoras de tinto ganan tres millones de pesos, un caso único en el país. Además, cuestionó: “¿Qué va a hacer un rico con tanta plata?”.
La lucha contra la desigualdad en Colombia no es nueva. Desde hace décadas, esta causa ha cobrado la vida de líderes como Jorge Eliécer Gaitán, un liberal que abogaba por combatir la injusticia social. Muchos años después, el país vivió el asesinato de Luis Carlos Galán, quien insistía en que Colombia no podía seguir siendo un lugar donde una élite disfrutara de todos los privilegios mientras la mayoría vivía en la miseria. Los grupos privilegiados, sintiéndose aludidos por su narrativa, lo mandaron a asesinar. Según el DANE, más de 19 millones de personas se encuentran en pobreza extrema desde 2023.
Ojalá no sea demasiado tarde cuando empresarios y gobierno entiendan que Colombia no puede seguir siendo el segundo país más desigual en América Latina. Fabio Arias y Maurice Armitage ya han lanzado su advertencia. La responsabilidad de evitar un estallido social recae ahora en las manos de quienes tienen el poder de cambiar esta realidad.