Tras un paro respiratorio, falleció esta madrugada 13 de abril en la Clínica Blas de Lezo de Cartagena de Indias, el pelotero colombiano Abel Leal Díaz, conocido como “El Tigre”.
El jugador quien vistió los uniformes de Bolívar y Colombia perdió la batalla por la vida a sus 78 años producto de unas afecciones que lo aquejaban desde hace varios meses.
Abel Leal participó en el equipo que obtuvo para nuestro país el subtítulo mundial con la Selección Colombia en 1971 y fue considerado el mejor pelotero aficionado de todos los tiempos.
Su poder al bate acompañado de una gran habilidad para cubrir la tercera base, lo destacaron en la pelota caliente y se volvió jonronero en todos los estadios.
Abel Leal Díaz, fue uno de los primeros deportistas a los que se le apodó como «Tigre»; era dueño de unas condiciones técnicas que fácilmente le habrían hecho un lugar propio en el béisbol de las Grandes Ligas si se lo hubiese propuesto.
La siguiente es una entrevista realizada por el periodista Carlos Hurtado Morón hace cuatro años que hoy comparte con www.724noticiasdebolivar.com
¿A qué se dedica hoy en día Abel?
R/ Pues, a jugar los fines de semana sóftbol. Estoy pensionado de Colpuertos. Dedicado a mi familia, juicioso y disfrutando de los 75 años a los que, gracias a Dios, he llegado sano.
¿Cómo es su familia?
R/ Tengo doce hijos, seis varones y seis hembras.
¿Y con la misma señora?
R/ Con la misma, pero con diferentes (risas).
¿Cuál considera usted fue su mayor logro deportivo en el béisbol?
R/ Pues lograr una pensión.
¿Por qué ese en especial?
R/ Porque no era fácil para nosotros en esa época lograr una estabilidad. Éramos verdaderos peloteros aficionados. Era el nombre de Bolívar o Colombia en el pecho y el número en la espalda. Por ahí te daban los viáticos y pare de contar. Era verdadero amor por el Departamento o por el país.
¿Alcanzó a obtener la pensión vitalicia de Coldeportes ?
R/ No. Esa no se pudo alcanzar porque la mía del puerto es de cuatro salarios mínimos legales vigentes y por reglamentación no puedo acceder a ella. Sin embargo, estoy en estos momentos hablando con unos amigos de esto en una reunión en la que me encuentro ahora precisamente.
En el terreno de juego, ¿cuál fue su mayor logro deportivo?
R/ Son muchos que en este momento no recuerdo. Fueron tantas cosas que viví como beisbolista aficionado. Podría mencionar el subtítulo mundial aficionado con la Selección Colombia en 1971. Otro fue aquella final con Bolívar enfrentando a Atlántico en Santa Marta. Son tantas cosas buenas que me pasaron que escoger solo una me es muy difícil.
Hablemos de ese jonrón y por qué es tan famoso en la historia del béisbol aficionado de nuestro país.
R/ Era una final y ante el encarnizado rival de siempre como lo es Atlántico. No venía haciendo un gran torneo, pero el mánager ‘el Loco’ Díaz, un cubano, me mantenía la confianza para poder definir. Estaban colgados dos outs, perdíamos dos por uno en el cierre del juego, la baja del noveno. De repente me paro en la caja de bateo frente a Ascensión Díaz, el lanzador, muy bueno recuerdo, que tenía el Atlántico. Era de Turbaco. Estaba en la cuenta de dos bolas y dos strikes. En el quinto lanzamiento la mandé fuera del estadio de Santa Marta (Rafael Hernández Pardo)
Dicen que hubo histeria colectiva, muertos por ataques al corazón…
R/ Fue tremendo. Esos partidos entre Bolívar y Atlántico eran como los de fútbol hoy en día. Como los clásicos. Se paralizaban las ciudades para seguirlos por radio. Cuando regresamos a Cartagena para la celebración, escuché la historia de una persona que había fallecido del corazón por el impacto emotivo que significó eso. Édgar Perea ya daba por campeón al Atlántico. Cuando pasamos por el río Magdalena para volver a la ciudad, nos agarraron a piedra. Estábamos pasando por la tierra del rival y la gente estaba ardida. Pero todo eso hacía parte del folclor y la pasión que despertaba el béisbol en nuestra tierra. Fueron años maravillosos.
¿Alguna anécdota en la celebración de aquel título nacional aficionado?
R/ El mánager nos perdonó una deuda que teníamos con él. “El Loco” nos prestaba de su dinero para los viáticos que a veces se retrasaban. Y en la ida al estadio le hicimos una apuesta, que si ganábamos nos pasaba por alto el tener que pagarle lo que él nos había prestado para los viáticos.
Cuentan que hubo algo en especial que lo inspiró, la madre de su compañero Humberto Bayuelo (murió el 24 de abril de 2015) le pidió en el lecho de enferma que ganaran el campeonato, ¿fue así?
R/ Así fue. Él me llevó a ver a su madre en el lecho de enferma. Nos pidió que trajéramos el título final. Cuando estaba en la caja de bateo antes de dar el jonrón, mi compadre, que lamentablemente nos dejó este año, me dijo compadre recuerde a mi mamá. Después de eso di el batazo. Y algo más que recuerdo fue que lo di con un bate que había traído Orlando ‘Ñato’ Ramírez desde los Estados Unidos. Era un bate marca Ludvig 125.
Ustedes eran las estrellas del país en ese momento…
R/ Así es. De nosotros se hablaba en la radio siempre. Aquí era Melanio Porto, Napoleón Perea, Eugenio Baena, Luis Alberto Payares Villa, nos dieron mucho realce en sus programas de radio. No se hablaba de otra cosa en Cartagena que no fuera de béisbol y de boxeo.
¿Cómo se siente hoy?
R/ La paso bien. Sigo practicando mi sóftbol con los amigos. Tengo una vida saludable. La gente me recuerda con cariño por donde voy. Paso en el estadio Mono Judas Araújo.
Usted fue reconocido siempre como “el Tigre Leal”, pero tuvo varios apodos, aunque ese es el más célebre de todos…
R/ Me dicen ‘el Tigre’. También me llamaron ‘el Diablo’, ‘el Trinquete’, ‘el Fusil’. Todos esos por el poder al bate que demostraba cuando jugaba a la pelota.
Usted y otros tantos peloteros colombianos de su época tenían las condiciones para estar en las Grandes Ligas, ¿por qué no llegaron antes más a estos equipos?
R/ Aquí no llegaban tantos cazatalentos de esos equipos. Por eso no se le dio la oportunidad a tanto beisbolista con tantas condiciones que se perdieron sin una chance de poder llegar a los Estados Unidos a jugar en la MLB.
¿Por qué teniendo todo el talento que se le conoció no llegó a Las Mayores?
R/ Tener una oportunidad en ese tiempo era muy complicado. Los que alcanzaron a tenerla fueron porque los cazatalentos venían de forma extraordinaria a verlos. De lo contrario de aquí no hubieran salido nunca.
¿Se perdieron muchos jugadores colombianos para las ligas mayores?
R/ Si los cazatalentos hubiesen llegado como llegan hoy, sin temor a equivocarme hace rato que tendríamos más de veinte Grandes Ligas activos. Se perdió mucho talento sin ser visto.
¿Fue su gran frustración?
R/ Acá estoy feliz. Me habría gustado llegar a jugar en los Estados Unidos. Si me hubiesen visto, hasta gratis me voy a jugar porque sé que estaría pensionado de la MLB. Pero con lo que hice acá también estoy feliz.
¿Había temor en usted de irse de su casa, a un país en el que no conocía el idioma, por el solo de hecho de estar en las Grandes Ligas?
R/ No, temor, no. Creo que fueron las circunstancias que no se dieron en mi caso personal. Pero es algo que uno se pregunta siempre. Qué habría pasado si me dan la oportunidad de mostrarme en el mejor béisbol del mundo. Eso no lo sabremos. Tampoco me fastidia eso. Vivo feliz.
¿Qué piensa del béisbol colombiano en la actualidad?
R/ Falta más apoyo, faltan campos donde podamos desarrollar a los nuevos talentos. Si nos comparamos con República Dominicana el jugador está activo casi todo el año y acumula una gran cantidad de turnos. El nuestro, no. Ahí hay una desventaja. Porque en cuanto a talento, el colombiano tienen todas las herramientas para poder triunfar.
¿Su opinión de los actuales Grandes Ligas colombianos?
R/ Hace un gran trabajo en el caso de Julio Teherán nuestro gran orgullo. José Quintana, Ernesto Frieri, los hermanos Solano. Todos son grandes peloteros. El que llega a allá no le regalan nada. Tienen grandes méritos.