Todos anhelamos ser felices, es más, vinimos a esta vida para serlo, pero en el camino hacia la felicidad, nos encontramos con múltiples escenarios y realidades llenas de situaciones complejas, que muchas veces hacen parecer esa idea como una utopía imposible de alcanzar.
Hoy quiero invitarles a que nos conectemos con el camino, visto desde la experiencia de cada uno de nosotros con diferentes apellidos, como las perspectivas, miradas o connotaciones que le otorgamos a lo que vivimos.
El psicoterapeuta francés Christophe André dice: «la felicidad es la suma de bienestar (lo sienten todos los animales) y consciencia de este bienestar.»
Con esta definición se entiende perfectamente que la felicidad es un sentimiento que conlleva dos acciones muy importantes pensar y tomar consciencia. Este sentimiento puede provenir de un gran abanico de emociones como la tranquilidad, la empatía, la alegría, el alivio, la excitación, la compasión…
Teniendo claro este punto de partida, ¿en donde estaría ubicada la felicidad?, ¿podríamos ser felices en medio de una situación difícil? ¿es para siempre?
Cuando hablamos de felicidad tendemos a comentar cosas como «Soy muy feliz» o «Era feliz en mi infancia»… Esta forma de hablar da a entender que se trata de algo que no es permanente. Ciertamente, podemos sentirnos muy feliz hoy y no tan feliz al día siguiente. En este sentido, la felicidad es un estado pasajero. Esto nos puede ayudar a entender que la felicidad no es un objetivo que se alcanza para siempre. Es un estado de ánimo que tenemos que alimentar y mantener. Es allí donde está la clave, en el poder cultivar una vida feliz.
Otro aspecto importante es donde la ubicamos, si está dentro de nosotros o afuera. Cuando pensamos que alguien nos hace felices, que necesito ese objeto (llámese empleo, carro, persona vista como premio, entre otros), cuando le decimos al alguien “sin ti no puedo ser feliz”, estamos colocando esa felicidad por fuera de nuestra voluntad y capacidad de gestión interna, haciéndonos vulnerables al sufrimiento por haber renunciado al poder de ser feliz. Pero cuando nos miramos al espejo y nos decimos a nosotros mismos “soy feliz” y sonreímos, le enviamos un mensaje a nuestro sistema que nos conecta con el bienestar que sustenta la felicidad, por ese motivo la invitación sigue siendo estar atentos a cada paso que damos en el camino, desde la consciencia del poder elegir como vivir cada experiencia, si nos ubicamos en el tú me haces feliz ó yo soy feliz y disfruto estando contigo; aunque suenen parecidas hay una diferencia sustancial entre ser feliz y compartir mi felicidad con otro u otros, u otórgale a otro el poder de hacerme feliz.
Recordemos algo primero elegimos ser felices y luego mira el cómo lo hago. Si algo no te funciona después de muchos intentos, es posible que puedas darte la oportunidad de hacer las cosas de manera distinta y cambiar el chip. Otra cosa fundamental es distanciarnos de los tiempos que nos roban la existencia, el pasado y el futuro, trata de vivir en el presente el hoy es lo que realmente existe. Dedícale tiempo a agradecer a diario todo lo bueno que hay en tu vida y haz tu lista de las 20 razones por las que tu corazón este agradecido, el dar gracias nos hace conscientes de las cosas buenas que nos suceden y eso nos conecta con la felicidad.
El poder cultivar la felicidad en nuestra vida, está en nuestro despertar consciente de las elecciones que hacemos para vivir cada situación que experimentamos; y aunque, las crisis puedan sacudirnos, tener clara la ruta nos facilita retomar el camino para ser feliz.