Colombia es un país politiquero por excelencia. Los ganadores lanzan globos y los perdedores buscan la manera de tumbar a los que festejan. Pero el cuento va mucho más allá de lo que aparentan en los escenarios públicos cuando colocan caras de honestos, no corruptos, incólumes y redentores de la patria, en el fondo lo que representan normalmente es a los perdedores que han robado y usufructuado los dineros de los contribuyente y no quieren dejar la “teta” y a sectores que desean “mojar prensa” para catapultarse a escenarios políticos futuros. ¿Quién en el país va a creerle el embeleco politiquero del senador Roy barreras?, cuando es sabido que es un político abanderado de lo que llaman despectivamente «LA DINÁMICA DE LA POLÍTICA», que no es más que las volteretas constantes que se presentan de un partido a otro, por parte de sus actores a falta de una solidez estructural en su movimientos y hacen del transfuguismo un fenómeno de oportunista consumado.
Para el común de la población, es claro que ello, en su gran mayoría, no se da por ideales, sino por intereses, y lo que estamos viendo en el país, con el intento ilógico y no constitucional en contra del presidente Duque está fuera de contexto ya que muy a pesar de la percepción de su aparente y discutible falta de gobernabilidad, hay que analizar concienzudamente lo acaecido con el Covid-19, que ha echado por tierra todos los planes de gobierno tanto nacional, como departamentales y municipales y ha obligado a replantear los planes de desarrollo. Aprovechándose de lo anterior, y con base en la Ley 134 de 1994, que es una herramienta de voluntad popular, el Consejo Nacional Electoral y la Registraduría Nacional del Estado Civil han recibido muchas solicitudes de revocatoria, entre ellas las de Bogotá, Cartagena, Cúcuta, Manizales y Medellín, Santiago de Tolú en Sucre y se cuecen otras como la de Sincelejo, y otras más en el resto del país.
Ese embeleco politiquero de revocatoria solo tuvo éxito en una ocasión. En 2018 fue destituido el entonces alcalde de Tasco, Boyacá, Nelson Javier García Castellanos, quien había sido elegido para el periodo 2016-2019 y el pasado viernes 22 de enero se realizó la primera audiencia pública en la historia de Colombia, donde se escucharon a los promotores de la revocatoria del alcalde de Aguachica, Cesar, y el 25 de enero, las de Bogotá y Medellín.
Como lo anotábamos, normalmente los seudo promotores son testaferros de los políticos perdedores que no les importa los costos de dicha improvisada actitud, ello solo quieren que permanezca la corrupción galopante, como nos lo está señalado el Índice de Percepción de Corrupción 2020 de Transparencia Internacional, donde Colombia obtuvo una calificación de 36 puntos en una escala de 0 a 100, lo que cero (0) significa que la corrupción es elevada y 100 que no hay corrupción. Esa calificación se encuentra estancada desde 8 años atrás, así que los ideólogos de las revocatorias callaron y no ejercieron el citado derecho constitucional, sino, que requieren nuevamente el poder para seguir manteniendo la fatídica cifra
Ese grupillo de personajes no pueden por “Mutu propio”, creerse que tienen el consentimiento popular de solicitar una revocatoria a expensas de una mayoría que eligió un mandatario, esas actuaciones deben salir del clamor netamente popular, sin resentimientos políticos, sociales y económicos. Si ellos tienen en su poder documentos como pruebas de actos de corrupción, denúncielos antes las autoridades competentes, ya que estamos, producto del virus, en un estado de excepción donde los gobernantes han tenido la obligación de gestionar e invertir recursos para todo lo relacionado con la pandemia, pero ello no implica que deban incitar al estado a efectuar un gasto en embelecos personalistas, con dineros de los contribuyente que son para inversión social.
Tenemos necesariamente que unir fuerzas para sacar a Colombia del penoso puesto que se encuentra (ranking de Bloomberg) entre los países del mundo que peor han manejado la crisis de salud pública, con una puntuación de 48,1 sobre 100, lo que nos indica que no podemos darnos el lujo de comprometer recursos en revocatorias, cuando se requieren para salir de tan deshonroso lugar
CARLOS ALBERTO PAINCHAULT SAMPAYO