Así me contaron la historia: Llegaron los españoles, nos conquistaron y nos evangelizaron. Los indígenas fueron sometidos a trabajos forzosos pero su población comenzó a reducirse. Por lo tanto, los españoles trajeron a personas de África, y las vendieron como animales en el puerto de Cartagena, y fueron sometidos/as a la esclavitud. Entonces, la población colombiana, según lo que recuerdo de mis clases, quedó distribuida más o menos así, en orden jerárquico: Españoles, criollos (hijos de españoles), mestizos, indígenas y negros.
En 1810, los criollos, en su búsqueda de poder político, inventaron un cuento alrededor de un florero y declararon la independencia. Para 1819, con el apoyo de indígenas, mestizos y negros ya nos habíamos librado de los colonizadores.
Así me contaron la historia y yo concluí que el sistema colonial había terminado allí, en 1819. Nada me llevó a pensar lo contrario. Ni siquiera una conversación que tuve antes de viajar a Canadá, donde con un amigo hablé de cómo en los colegios de clase alta de Cartagena se encuentran personas más blancas, más europeas, rubias y rubias, hasta con pecas.
Los españoles nos metieron en la cabeza que indígenas, mestizos y negros son inferiores y que más blanco es mejor. Pero esa idea colonial no se ha salido de nuestra cabeza ni de nuestro lenguaje ni de nuestra sociedad. Todavía escuchamos comentarios como ‘mejorar la raza’ cuando algún primo se empareja con alguien más blanco. El ideal de belleza que vemos en los y las modelos de televisión se parece más a Europa que a Colombia: rubios y rubias con ojos azules. Es raro hablar de raza y privilegio. Se siente incómodo. Pero si no se habla, se ignora el problema.
El poder se ha concentrado en los descendientes de los españoles y la raza ha sido un factor clave para excluir a otros grupos de acceder a estos círculos. No lo podemos ignorar.
Incluso en nuestras interacciones diarias, tener la piel un poco más clara significa evitar estereotipos que pueden perjudicar tu vida laboral y personal. La raza es un privilegio dinámico porque el mestizo tiene un privilegio sobre el negro y el indígena que es difícil de reconocer. Pero si no se reconoce ese privilegio también estamos negando la opresión en contra de los mismos mestizos.
Si ignoramos el problema, los siglos pasarán y seguiremos venerando los estándares de belleza impuestos por nuestros colonizadores y maltratando, con nuestro racismo interno, a aquellos con la piel un poco menos clara. Nadie elige de qué raza ser. Pero si podemos elegirnos educarnos en nuestro privilegio, para comenzar a construir una historia más colorida para todos y todas.