>Lucho Díaz, el mejor de la Copa América 2021.
Se repite y se repite el segundo gol de Díaz a Perú y se celebra y se celebra, pero nadie ve el taco previo que Miguel Ángel Borja le pone, de espaldas, para que el Guajiro enganche, trata de chutar el arco, pero la marca del Perú es cerrada y escalonada. Tiene que cortar hacia el centro, mientras va acomodando su derecha, perfilándose, alejándose del objetivo, retrocede en apariencia y en la media luna, con su perfil derecho, tiene la marca de dos peruanos y precisamente por allí, entre los dos opositores, el palo derecho del arco y la mano izquierda del arquero, mete el balonazo de gol, nojoda, el cuida metas apenas la roza con el guante y la pelota se anida en el ángulo superior de ese mismo lado.
Si el arquero hubiese sido un poco más alto, de pronto lo hubiese manoteado, pero el chut de Díaz fue fuerte y endiablado. Más bien, endiosado. Golazo, nojoda.
Esa dupla, Díaz – Borja, se perfila como el futuro de Colombia. Ambos, han chupado banca y como tantos otros hombres de la selección nacidos en el Caribe, reciben constantemente la crítica negativa de los comentaristas cachacos. Díaz era banca, pero ya había tenido chispazos de su futbol. Y Borja, pese a ser suplente de Duván Zapata, cuando lo pusieron funcionó. Después de Díaz, Borja fue quien más marcó, con Juan Cuadrados.
Cuando Perú empata en un tiro de esquina, con un cabezazo de Lapadura, los comentaristas de Caracol le echaron toda la responsabilidad a Wilman Barrios. Nos las tienen montada. Pero gracias a Dios, hoy en el periodismo mandan las audiencias y ha surgido el fenómeno del prosumidor. Esos comentaristas sesgados, ante una audiencia inteligente, tienen los días contados.
Lionel Andrés Messi fue el mejor, sin duda, pero Lucho Díaz es la revelación y la máxima figura de Colombia hacia el futuro, que se ve prometedor.
A Messi, que ya se le notan los años, se le suman siete asistencias y cuatro goles, siendo la figura de Argentina en cuatro de los siete partidos que jugó y llevó a la Argentina al título, pero Díaz hizo los dos goles más bonitos del torneo y realizó su gesta con menos encuentros jugados. Y como vino desde atrás, las reglas dicen que pasa al primer lugar.
Recordando los dos partidos finales, el de Colombia y Perú, para quienes nos gusta el futbol bien jugado, fue la verdadera final. Un partido abierto, con lujos y con goles.
En cambio, el de Brasil y Argentina, sin descuidar la estrategia, que también vale, fue un partido tosco, no jugado sino pulseado, salpicado por las reiteradas faltas, tarjetas amarillas y un solo gol, producto de un error de la defensa.