¿Sabían que la más reciente encuesta de Invamer, sobre favorabilidad de los alcaldes en el país, sitúa a Jorge Iván Ospina, como el peor del país? Lo desaprueba el 73% de los encuestados y su favorabilidad es solo del 18%. A pesar de sus pésimas alcaldías, Ospina le gana en desaprobación a Claudia López en Bogotá y Quintero Calle, en Medellín. Es decir que su gestión como alcalde no solo es deplorable, sino nefasta y lamentable para una ciudad como Cali.
Seguramente no es sorpresa para muchos, que han tenido que vivir, en carne propia el caos que se vive en Cali, desde que este señor, asumió supuestamente las riendas de la ciudad. Cali ha pasado de ser una de las regiones con más competitividad y organizadas de Colombia, a un lugar donde reina la desorganización, la inseguridad y el deterioro vial.
Los caleños están cansados de ver a su ciudad sin semáforos y un ejemplo claro, es la avenida ciudad de Cali. Increíble que casi un año después de que los vándalos hicieran de las suyas y destrozaran la ciudad, en el marco de una supuesta protesta social, Ospina no haya sido capaz, de reorganizar la red semafórica, exponiendo a los actores viales a accidentes y por supuesto a hechos delictivos, porque hay quienes están solicitando dinero, para por su cuenta, dar paso a vehículos y peatones.
Hoy continúan semáforos sin funcionar en la capital Vallecaucana y pese a que la Secretaria de Movilidad asegura que ya está recuperada el 94% de la red, el desorden es evidente. Sin embargo, si ha habido agilidad para adelantar la “adecuación paisajística e intervención de separadores viales”, en una supuesta estrategia de recuperación de espacios públicos, con una inversión que supera los $7.200 millones. Bastante dinero para una obra, que poco o nada refleja las necesidades de los caleños, que a gritos piden mayor seguridad e intervención vial.
Pero que va a saber Ospina de lo que necesitan los caleños, si se hizo cómplice de quienes bloquearon y destruyeron a la ciudad, cuando decidió legitimarlos, para luego contratar, desde la alcaldía, a esos vándalos de la primera línea, grupo en el que varios de sus miembros fueron judicializados y vinculados a crímenes como homicidio, asonada, terrorismo y tortura.
Ospina fue negligente en esa ola de violencia que tuvo los más altos índices de destrucción en el país. Lo más preocupantes de todo, es que hoy continúa con esa misma negligencia para tomar las riendas de la ciudad.
Lo que ha dejado claro es que es un alcalde experto en ferias, por supuesto no la de la caña, sino en la feria de la contratación. Como el contrato firmado con Corfecali, por 3.260 millones de pesos para apoyar a la Alcaldía en temas de comunicaciones y publicidad, pese a que esta entidad carecía de idoneidad, para el objeto social por el que se contrató o los contratos de la feria virtual y el alumbrado público, que ascendieron a $23.000 millones, en pleno segundo pico de la pandemia en 2020.
Ospina tiene como lema la frase “puro corazón por Cali” y es precisamente lo que le ha faltado a esta desastrosa alcaldía. Los ciudadanos hoy, de corazón, le piden que actúe, que no le de la espalda, que deje la demagogia y asuma su responsabilidad ante la inseguridad que tiene en vilo, a la sucursal del cielo, que hoy se siente, más desprotegida que nunca.



