Era jueves 3 de noviembre de 2022, un nuevo amanecer, un nuevo despertar y otro día más de clases en uno de los mejores colegios de Cartagena de Indias. Quien podría imaginar que ese día la muerte rondaba a la pequeña Alejandra y esperaba a las afueras de aquel plantel educativo ubicado en el barrio La Providencia al frente de la Clínica Madre Bernarda donde a pesar del esfuerzo de los médicos falleció horas más tarde producto de un balazo que recibió en el pecho.
No me alcanzó a imaginar cómo fue su último día con sus compañeras y profesores. Quizás al despedirse les dijo “nos vemos mañana”, pero ese mañana nunca llegó porque dos sicarios apagaron su vida al igual que la de su padre minutos después de que este la recogiera en su camioneta junto a sus otras dos hermanitas. Las tres iban en la parte trasera del vehículo mientras su padre Jaime conducía con destino a casa donde los esperaban para almorzar en familia.
El vehículo emprendió la marcha y a pocos metros del colegio aparecieron los dos sicarios en una moto de color roja, quien iba de parrillero desenfundó el arma y disparó en varias oportunidades por la ventana del conductor sin importar que adentro iban tres inocentes niñas.
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Se vivieron momentos de pánico, dolor e impotencia, el lugar se llenó de curiosos, y unos valientes muchachos de esos que se ganan la vida haciendo domicilios y mototaxiando se atrevieron a abrir el vehículo y sacar a toda prisa a las tres niñas, una de ellas estaba ilesa de aquel despiadado ataque, otra levemente herida y Alejandra moribunda. En la silla del conductor yacía el cuerpo sin vida del comerciante Jaime Llorente Arcia, los sicarios habían cumplido con la orden. ¿Pero quién y por qué ordenaron asesinarlo?
De inmediato se encendieron las alarmas, algunos estudiantes que iban en la ruta alcanzaron a grabar con sus celulares el momento en que las niñas eran sacadas de la camioneta y trasladadas hasta la clínica, gritaban angustiadas sin entender que había pasado, todo era confusión en medio del bullicio de la calle, la salida de los estudiantes y la llegada de ambulancias con pacientes a esa sala de urgencias como es habitual.
Al momento de conocerse el nuevo hecho de sangre que fue en horas del mediodía de inmediato colapsaron las redes sociales rechazando el doble asesinato, exigiendo justicia y pidiendo cancelar las fiestas novembrinas por este y otros 195 asesinatos selectivos que han ocurrido este año en la ciudad ante la mirada indiferente del gobierno distrital en cabeza de William Dau Chamat, quien ya salió a decir que las fiestas si van porque es una tradición de la ciudad. Definitivamente a todos nos duele lo que pasa en Cartagena menos a este nefasto personaje que se burla del dolor ajeno, baila, salta, insulta, hace lo que quiere con el presupuesto de los cartageneros mientras los entes de control y hasta el mismo presidente Petro se hacen los sordos, mudos y ciegos.