Se cumplen 38 años de la tragedia de Armero, Tolima, arrasado por la furia de la naturaleza que dejó más de 25 mil personas muertas. Un día como hoy los sobrevivientes llegan al Campo Santo para rendirle tributo a sus seres queridos y amigos que murieron tras un deslave del Volcán Nevado del Ruiz que avanzó por el río Lagunilla y lo borró del mapa en 1985. Era la tercera población más grande del departamento de Tolima, después de Ibagué y El Espinal. Armero producía cerca de una quinta parte del arroz de Colombia, además de algodón, sorgo y café.
El Volcán Nevado del Ruiz arrojó gases, materiales y aire atrapado caliente que derritieron un casco de nieve y produjeron una avalancha cargada de agua, piedras, escombros y lodo que descendió incontenible por el cauce del río para finalizar en la planicie donde existía Armero. La avalancha arrasó con 4.200 viviendas, destruyó 20 puentes y acabó las vías sin que nada quedara útil. Murieron personas de Armero, Chinchiná y Villamaría, en Caldas.
La tragedia afectó a los departamentos de Caldas y Tolima, tras 69 años de inactividad. La población de Armero, ubicada a poco menos de 50 km del volcán, fue destruida. El Nevado del Ruiz es el segundo volcán más activo de Colombia, superado solo por el Galeras.
Fotografías del impacto del desastre llamaron la atención de la opinión pública que cuestionaron al Gobierno y lo responsabilizaron de la tragedia, pues geólogos y otros expertos habían advertido a las autoridades sobre el peligro durante las semanas y días previos a la tragedia.
Fue la segunda erupción volcánica más mortífera del siglo xx, superada solo por la del monte Pelée en 1902, y el cuarto evento volcánico más mortífero desde el año 1500. El Nevado del Ruiz ha hecho erupción en varias ocasiones desde el desastre y continúa siendo una amenaza para las más de 500 mil personas que viven a lo largo de los valles de los ríos Combeima, Chinchiná, Coello-Toche y Gualí.
La tragedia sigue intacta en la memoria de quienes vivieron en carne propia la devastación, pero también en la de quienes lo vivieron impotentes a través de las pantallas, los radios, o los periódicos. Al momento, el volcán sigue en actividad de nivel amarillo, presenta inestabilidad y expulsión de gases y cenizas constantes.
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Todos los años se espera renovar los compromisos establecidos en la Ley de Honores de Armero promulgada en el año 2013 pero que pocos avances ha tenido relacionados con el impulso de importantes obras para el norte del departamento además de la implementación de proyectos productivos para los sobrevivientes y sus familias.
“No existe ningún avance y confiamos que este Gobierno cumpla con lo establecido en esta Ley que ya cumple 10 años además de una serie de compromisos que han quedado estipulados a través de varios documentos Conpes pero que hoy es letra muerta”, dijo el presidente de FedeArmero, Alfenibar Tinoco.
El vocero de los sobrevivientes llama la atención por el abandono del Campo Santo y la ausencia de presencia estatal para conservar las ruinas además es evidente el proceso de invasión de predios en esta zona que, según Tinoco, debe ser conservada como un monumento nacional.
También se espera establecer una serie de compromisos con el ICBF para la revisión de sus archivos y así aclarar una serie de adopciones de niños sobrevivientes de la tragedia que se ejecutaron, aparentemente, de forma irregular al no verificar si los padres biológicos de los niños aún estaban vivos.