Ya es una realidad, el mundo cibernético se ha apropiado de nuestros jóvenes y longevos que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se ha convertido en una enfermedad difícil de tratar y un problema social de gran envergadura por la Adicción a los videojuegos, cuya industria, por ser aditiva, es la que más rápidamente a crecido, con miles de millones de jugadores en el mundo.
El impacto mayor en la población es entre los jóvenes adictos menores de treinta años, que, según la misma OMS, en un promedio de uno a cien, el 30% nunca ha tenido relaciones sexuales y los mayores de sesenta, hombres y mujeres, viven solos, sin hijos y mucho menos con vínculos matrimoniales, poniendo, a los unos como los otros, en peligro la tasa de fecundidad y natalidad mundial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) preocupada por la salud mundial ha publicado su nueva Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), y en ella ha incluido por primera vez la adicción a los videojuegos, llamado coloquialmente «gambling disorder» que significa “…la adicción a los videojuegos como patrón conductual en una falta de control sobre la actividad de jugar, en el que es prioridad sobre otras actividades y su conducta crece y crece a pesar de las consecuencias negativas que esto genera sobre el adicto”.
Los expertos en la temática nos dicen que la adición va mucho más allá por ser un «trastorno mental del comportamiento y del desarrollo neurológico» y se desarrolla peligrosamente después del «gambling disorder», con la ludopatía, al considerarse como una enfermedad que se vuelve crónica ante el fracaso de resistir los impulsos de jugar, inclusive sin apostar solo con el prurito de ganarle a un contendor desconocido que se encuentra en las redes.
¿Pero cuál es la razón del olvido al sexo, o más bien del apetito sexual? El deterioro mental va ligado directamente con las distintas áreas de funcionamiento del ser humano que repercuten clínicamente en el número de horas diarias jugando a los videojuegos, desencadenando en situaciones inverosímiles con la de desatender obligaciones, ansiedad para culminar un juego cuando tienen un tiempo establecido, que puede desencadenar en trastorno esquizoide de personalidad, sin sentimiento, con bajo perfil anímico y lo que más le preocupa al mundo, en crecimiento, por su conversión a asexual, o con poca connotación actitudinal y sentimental.
La Asociación Psiquiátrica Americana (APA) en sus informes del DSM-5 o DSM-V publicado en 2013 “no reconoce oficialmente la adicción a videojuegos, pero la considera una afección que necesita más estudio”, sin embargo, la Organización Mundial de la Salud en su undécima edición (CIE-11) de clasificación Internacional de Enfermedades publicada en el año 2022, lo incluye como un “Trastorno por videojuegos o adicción a juegos digitales o videojuego por la falta de control sobre ellos”.
Los adictos pueden estar un poco tranquilos, ya que existe la posibilidad de no sufrir de eyaculación precoz, por estar sus mentes empecinadas a jugar, ganar y no perder, cuando pasan hasta 20 horas diarias y más frente a la consola, sin importar el insomnio o los problemas visuales, cuando al anochecer el cerebro produce melatonina que induce a un descanso agradable, pero por la soberbia mental lo que hace es estimular el cerebro para que vaya en contravía al proceso fisiológico del sueño, provocando problemas para conciliarlo, estrés, nerviosismo, irritabilidad e inestabilidad emocional.
Sin embargo, al jugar desenfrenadamente no juega a su favor por la pérdida de la libido, ya que les disminuye el deseo sexual producto del aumento de los niveles de prolactina en la sangre, pero jugar moderadamente parece ser una buena opción por el desarrollo de las diferentes funciones cognitivas que ayudarían al aumento del apetito sexual y tener claro que las relaciones sexuales producen más placer que los videojuegos.
El mundo requiere del cambio de generaciones en el desarrollo de la Escala Humana, pensando que no todos los video jugadores son adictos. Según la CEPAL, en su estudio sobre el “Envejecimiento, personas mayores y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a nivel mundial”, nos informa que “entre el 2015 y 2030 la población de 60 años y más se elevará de 900 millones a más de 1.400 millones de personas, siendo el grupo de edad que más crece”.
En consecuencia, si el 30% de los jóvenes adictos menores de treinta años nunca ha tenido relaciones sexuales y los mayores de sesenta, hombres y mujeres, viven solos, sin hijos y mucho menos con vínculos matrimoniales, las cosas pasan de castaño a oscuro.