Normalmente, las predicciones tienen un tinte catastrófico; esa es la idea primordial de lanzarlas a la palestra sin tener bases científicas. En muchos casos, son ambiguas cuando se trata de inferir sobre el comportamiento o la psique de un conglomerado o de un país. Sin embargo, todavía son utilizadas, ya que a miles de personas les atrae lo catastrófico, incluso para su propio beneficio.
Se especula nuevamente que para 2025 los eventos apocalípticos serán como para alquilar balcón, ya que no solamente serán predicciones, no por Nostradamus, ese enigmático médico y astrólogo del siglo XVI, sino también por políticos y empresarios del mundo, incluyendo nuestra Colombia, para ganar elecciones políticas o empresariales.
Europa, especialmente España, Grecia, Alemania, Italia y Turquía, entre muchas otras, serían las más afectadas por el cambio climático extremo. Se aumentarían los casos de hipertermia e insolación, el agotamiento en niños y adultos sería desproporcionado, y la deshidratación por calor incrementaría la irritabilidad y los cambios de humor de los europeos.
Por efectos de la mano del hombre y de las grandes empresas que son las causantes de la deforestación, vemos con estupor cómo la pérdida de los bosques en el mundo es alarmante. Así lo expresa la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), cuando lanza cifras terroríficas, parecidas a las profecías de Nostradamus, al anunciar que entre 1990 y 2023 la deforestación mundial supera los 600 millones de hectáreas de bosques.
A lo anterior le agregamos que, si miramos el mapamundi, observamos que el 40% de la superficie terrestre está ocupada por desiertos, sabanas y llanuras de matorral seco, además de inmensas áreas afectadas por la desertificación con tierras degradadas, es decir, por zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas, que en muchos casos no son solo producto de la mano del hombre, sino también de la propia naturaleza, lo que agrava el problema climático mundial.
El Nostradamus moderno también predice una crisis económica mundial. Muchas empresas colapsarán, no solo por la parte climática, sino por el aumento de la recesión, la inflación, el desempleo, la corrupción y el nepotismo, que son motivos para aumentar el malestar. Estos serán el detonante para los disturbios, marchas, confrontaciones y motines.
Lo más impactante, por lo terrorífico, es la inminente Tercera Guerra Mundial, algo que se está viviendo actualmente. El mundo geopolítico, impávido y descaradamente, observa cómo el Índice de Paz Global (GPI), elaborado por el Institute for Economics & Peace (IEP), nos da a conocer que actualmente hay 56 conflictos en curso, con 92 países involucrados en guerras, entre las que mencionamos Rusia-Ucrania, Israel-Palestina, los insurgentes sirios apoyados por Turquía para el conflicto ideológico islamista en Siria, y la toma de Alepo, la segunda ciudad más grande de ese país.
Lo que indigna también es el solapado actuar de potencias con muchos intereses, como Estados Unidos, Rusia y China, que no les importa las muertes en los conflictos y una posible hambruna mundial. Por tal razón, es necesario buscar la paz mundial, poner en práctica la economía circular y preservar los pocos recursos hídricos de los que disponemos.
En Colombia, hay varios Nostradamus criollos, incluidos seudoastrólogos, que predicen lo que ellos no pudieron desarrollar y mucho menos implementar debido a los mismos efectos de las grandes potencias impulsoras de la guerra, el poder político y económico.