Un vuelo que marca el fin de una etapa aterrizó esta mañana en Colombia. A las 9:00 a.m., 160 colombianos tocaron tierra en lo que será el último traslado financiado por el Gobierno de Gustavo Petro para repatriar deportados desde Estados Unidos.
La llegada de este vuelo cierra un capítulo en las tensas relaciones migratorias entre ambos países. La decisión del Gobierno colombiano de no seguir pagando por el transporte de ciudadanos deportados representa un giro político y diplomático tras una reciente crisis.
Hasta ahora, el Gobierno Nacional había asumido el costo de los vuelos para el retorno de sus ciudadanos, pero a partir de mañana será Estados Unidos quien asuma esa responsabilidad. En lugar de vuelos militares, los deportados viajarán en aviones civiles pagados por el gobierno estadounidense.
Este cambio viene precedido por la negativa de Colombia, durante el fin de semana pasado, de recibir vuelos de deportación, lo que tensó la relación con Washington.
El avión de la Fuerza Aeroespacial Colombiana despegó el martes a las 4:30 p.m. de la base CATAM en Bogotá y aterrizó en Estados Unidos a las 11:30 p.m. En la madrugada de este miércoles, inició su regreso con los connacionales, completando una operación que será recordada como la última de su tipo.
Entre los pasajeros, había colombianos que enfrentaron años de lucha en un país extranjero, algunos con sueños truncados y otros que buscan reinsertarse en sus comunidades. «Volver es duro, pero es también una segunda oportunidad», expresó uno de los deportados al llegar al aeropuerto.
El fin de estos vuelos financiados por Colombia deja interrogantes sobre cómo afectará la atención y el seguimiento a los colombianos deportados. ¿Qué papel jugará el Estado en su reintegración? ¿Habrá suficientes recursos para su acompañamiento en el regreso a casa?
Mientras se ajustan las nuevas políticas, lo que queda claro es que, para muchos, este vuelo no solo trajo pasajeros, sino también la esperanza de empezar de nuevo.