La Selección Colombia Sub-17 no dejó dudas: jugó, gustó y goleó. En una noche mágica en el estadio Jaime Morón de Cartagena, el equipo dirigido por Juan Carlos Ramírez aplastó 5-1 a Venezuela y se ganó con autoridad el boleto a la gran final del Sudamericano, donde chocará con Brasil en un duelo de gigantes.
Con un triplete de Santiago Londoño, figura absoluta del partido, y goles de Cristian Flores y Yumilson Urrutia, la Tricolor brindó una exhibición de fútbol ofensivo que hizo delirar a los más de mil jóvenes que colmaron las tribunas gracias a una iniciativa de la Gobernación de Bolívar.
Desde el primer minuto, Colombia impuso condiciones. El control del balón, las transiciones rápidas y la presión alta asfixiaron a una Venezuela que apenas lograba salir de su campo. La recompensa llegó al minuto 16: pase filtrado, definición exquisita de Londoño y estallido en el Morón.
El empate vinotinto, al minuto 34, fue solo un breve susto. Diego Claut aprovechó un descuido de la defensa y puso el 1-1, silenciando momentáneamente a la afición. Pero la respuesta fue inmediata: al 37’, Londoño firmó una joya individual para devolverle la ventaja a Colombia y encender nuevamente la fiesta.
Ya en la segunda mitad, el dominio se profundizó. Al minuto 55, una falta en el área sobre Cristian Flores le dio la oportunidad perfecta al goleador. Desde los once pasos, Londoño selló su hat-trick con categoría y puso el 3-1 que sentenció emocionalmente el duelo.
Con el partido en el bolsillo, Colombia se dio el lujo de manejar los tiempos y exhibir su mejor versión. El cuarto gol, obra de Flores al 82’, y el quinto, cortesía de Yumilson Urrutia, coronaron una noche redonda en la que el equipo dejó claro que va por todo.
El ambiente fue de carnaval. Hinchas, niños, familias y hasta el gobernador Yamil Arana, quien alentó desde las gradas, disfrutaron de un espectáculo que refuerza el amor por el fútbol juvenil.
Sin embargo, el partido terminó con un sabor amargo fuera del terreno de juego. Algunos integrantes del equipo venezolano, visiblemente molestos por la derrota, agredieron verbal y físicamente a jugadores colombianos y personal de logística, empañando el cierre del compromiso con una muestra de antideportivismo.
Ahora, el sueño está a un paso. Colombia se enfrentará a Brasil, el otro favorito del torneo, en una final de alto voltaje. Ambas selecciones llegan invictas, con fútbol vistoso y delanteros letales. El estadio Jaime Morón volverá a ser testigo, este fin de semana, de un duelo que promete emociones, goles y, para uno de los dos, la gloria continental.