En la era de los “me gusta” y los “seguidores”, compartir cada detalle de la vida en redes sociales se ha convertido en un reflejo cotidiano. Sin embargo, psicólogos y autoridades advierten que este comportamiento, más allá de buscar aceptación, puede abrir la puerta a graves riesgos como extorsión, secuestros y delitos informáticos.
Según especialistas en psicología digital, la necesidad de compartir cada instante en redes sociales está íntimamente ligada al deseo de validación y aprobación social. Cada “me gusta” activa los centros de recompensa del cerebro liberando dopamina, el mismo neurotransmisor que se estimula con el juego o el consumo de ciertas sustancias.
“El problema surge cuando la autoestima depende de la respuesta virtual. La persona se vuelve adicta a la exposición, publicando sin medir consecuencias y, en muchos casos, revelando información sensible”, explica la psicóloga social María Camila Díaz, consultora en comportamiento digital.
A esto se suma la necesidad de pertenencia: las redes permiten sentirse parte de una comunidad, pero también fomentan la comparación constante, lo que puede derivar en ansiedad, frustración o incluso depresión.
Cuando la vida digital se convierte en un riesgo real
Detrás del placer de compartir fotos o ubicaciones en tiempo real, existe una amenaza latente. La Policía Nacional de Colombia ha reportado múltiples casos donde publicaciones inocentes se convierten en fuente de información para delincuentes y extorsionistas.
- En Medellín, una joven fue extorsionada luego de publicar repetidamente fotos en su lugar de trabajo. Los delincuentes obtuvieron datos de su horario y entorno.
- En Bogotá, una familia fue víctima de un secuestro exprés luego de que un pariente publicara en redes sociales la ubicación exacta de un viaje y las pertenencias que llevaba.
- En Cartagena, la Sijin ha alertado sobre una nueva modalidad: los criminales rastrean perfiles públicos para identificar movimientos, rutinas y contactos de posibles víctimas.
“Una simple historia en Instagram puede ser suficiente para que un delincuente sepa dónde vives, con quién estás o cuánto dinero puedes tener”, advierte un investigador de la Dijín.
- El lado oscuro de la validación constante
Desde un punto de vista psicológico, la publicación excesiva puede generar una dependencia emocional: se publica para sentirse visto, y se siente ansiedad si no se recibe respuesta. “El cerebro busca la recompensa inmediata. Por eso, cada reacción positiva refuerza el ciclo, y la persona se vuelve más propensa a publicar incluso datos personales o momentos privados”, señala el psicólogo clínico Julián Herrera.
Este comportamiento, que algunos expertos catalogan como “narcisismo digital”, no solo afecta la salud mental, sino que también incrementa la vulnerabilidad ante delitos cibernéticos.
- Cómo protegerse en la era de la sobreexposición
Los expertos recomiendan una serie de medidas para usar las redes sociales de forma más segura y saludable:
- Evita publicar ubicaciones en tiempo real. Espera a dejar el lugar antes de compartir fotos.
- Revisa la configuración de privacidad: limita el acceso de desconocidos a tus publicaciones.
- No muestres objetos de valor ni rutinas diarias. Los delincuentes buscan patrones.
- Piensa antes de publicar: pregunta si lo que compartes podría usarse en tu contra.
- Desconéctate de vez en cuando. No todo lo valioso necesita likes.
Las redes sociales son una herramienta poderosa de conexión y expresión, pero también un campo fértil para los depredadores digitales. La búsqueda de aprobación no puede poner en riesgo la seguridad personal. En tiempos donde la vida se mide en publicaciones, la prudencia es la nueva forma de inteligencia emocional.



