Analizando diferentes hechos que han marcado la vida de la Nación encontramos fechas históricas como el 6 de diciembre; ese día del año 1815, se producía la toma de Cartagena de Indias, por parte del “pacificador” Pablo Morillo, enviado por el rey Fernando VII, de España, para recuperar y someter la ciudad que había proclamado su independencia el once de noviembre de 1811.
De acuerdo a datos históricos se señala que para cumplir con su cometido, Morillo venia comandando una flotilla de cincuenta barcos y diez mil hombres en armas; por su parte la ciudad era defendida por los patriotas que contaba con unos mil quinientos hombres. Observando la correlación de fuerzas encontramos la superioridad numérica de las tropas españolas, sin embargo el empuje y convicción libertaria de los patriotas, permitió afrontar con arrojo y valentía al poderío Español, que sitió la ciudad, imposibilitando la entrada de agua y alimentos, además del asedio armado.
El sitio de Cartagena de Indias, por Morillo se da desde el veinte de agosto hasta el 6 de diciembre de 1815, lapso durante el cual la ciudad pierde una tercera parte de su población, murieron aproximadamente seis mil habitantes, entre hombres, mujeres y niños, cuyos decesos no solo se producen por los ataques bélicos, sino por hambre, enfermedades y epidemias que aparecieron ante el bloqueo impuesto; a pesar de la adversidad solo la convicción de estar luchando por una causa justa, alimentaba, alentaba y mantenía la fortaleza para seguir resistiendo, estimulándose individual y colectivamente con la consigna “si vamos a morir, entonces que sea peleando”.
El seis de diciembre de 1815, después de resistir 108 días se produce la retoma de la ciudad por la corona española, donde muchos patriotas prefirieron lanzarse al mar y abandonar la ciudad por cualquier medio a pesar de las pocas fuerzas con las cuales contaban, antes de entregarse al invasor.
Restablecido el dominio español, se desato contra los patriotas una feroz búsqueda, persecuciones y detenciones de quienes con arrojo lucharon hasta el último aliento, llegándose en febrero de 1816 al fusilamiento de nueve patriotas, reconocidos por la historia como mártires de la patria, de ahí que se erija en la puerta de entrada de la ciudad amurallada lo que hoy conocemos como el Camellón de los Mártires.
Hoy 203 años después, la ciudad Heroica también está sitiada por piratas modernos cuyas acciones se reflejan en los asaltos al erario lo cual incide en los altos índices de pobreza que registra la ciudad, cuya población afectada no se encuentran hoy habitando el centro amurallado, sino desplazados a la periferia.
Otro seis de Diciembre, hace noventa años (1928), se produce un nuevo hecho que la historia registra como “La masacre de las bananeras”, cuando en la plaza principal de Ciénaga –Magdalena- se concentraban trabajadores de la United Fruit Company, venidos de poblaciones vecinas como Aracataca, Guacamayal, Sevilla, Riofrio, Orihueca y la misma Ciénaga, quienes habían decidido irse a la huelga partir del 11 de noviembre de 1928 al no llegar a un acuerdo con la empresa en las negociaciones de un pliego de peticiones, donde las principales reivindicaciones se centraban en materia de relaciones laborales, ya que los contratos de trabajo con la multinacional bananera eran de manera indirecta, con intermediación de contratistas, además exigían en el petitorio horario de trabajo de ocho horas, reconocimiento de horas extras, atención en salud, indemnización en caso de despido; reivindicaciones que no eran desproporcionadas si consideramos que seis años después en 1934, gran parte de las peticiones señaladas se convirtieron en Ley de la República.
Sin embargo, pudo más la soberbia y el poder dominante de la multinacional bananera que acudió el gobierno nacional en cabeza del presidente Miguel Abadía Méndez, quien en lugar de mediar y buscar por todos los medios una solución pacífica al conflicto laboral, asumió al final una actitud de fuerza, enviando al ejército nacional para “controlar la región”, ya que propagaron la especie que la huelga se trataba de una “revolución Bolchevique”. En ese ambiente gran número de obreros y familiares en representación de los aproximadamente 25.000 trabajadores en huelga, se concentraron entre el cinco y seis de diciembre en la Plaza del Ferrocarril de Ciénaga, al rumorearse haber llegado a un acuerdo y autoridades del departamento harían el anuncio respectivo, sin embargo eso nunca se dio y por el contrario, las fuerzas militares al mando del General Carlos Cortés Vargas, solicitaba a los huelguistas concentrados en la plaza, que se dispersaran, haciendo éstos caso omiso al llamado, ante lo cual lo que vino al anochecer del seis de diciembre fueron las ráfagas de las ametralladoras, con más de un mil trabajadores masacrados y un número indeterminado de heridos.
El conflicto laboral no se pudo resolver con la razón, fue resuelto por la fuerza, marcando un hecho luctuoso que 90 años después no tiene justificación alguna, teniendo en cuenta que las armas dadas para la defensa de la soberanía y la ciudadanía, fueron utilizadas contra los trabajadores indefensos, solo por proteger los intereses de la multinacional bananera. Vale recordar la historia y clamar por la no repetición.
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