La desigualdad socio económica tan marcada de Colombia, permite grandes diferencias que mantienen esquemas racistas y de opresión ancestrales, en un país que se dice moderno por construir edificios, carreteras y puentes, (muchos de ellos, ya derrumbados). El tan cacareado túnel de la línea, tardó 11 años en construirse y mil en proyecto. ¡Es de locos! Mientras, el resto del país, se está desmoronando.
Reconocerle al gobierno del Presidente Iván Duque la finalización de la primera parte de esta tardía obra que ha costado doscientos setenta millones de dólares, es justo. Ya era hora.
Por razones misteriosas, el dinero se fue evaporando de las manos de diferentes constructoras, a través del tiempo. ¡Cómo se come eso! O, nos volvimos pendejos, o aceptamos por cansancio, que las conductas delictivas, son las correctas.
Hay Departamentos como el de La Guajira, por ejemplo, en donde la población no solo infantil, se está muriendo de desnutrición. Falta trabajo, alimentos, agua, escuelas y carreteras. Los animales famélicos, dejan su vida en cualquier parte. Familias enteras salen huyendo de la pobreza, hacia otros lugares.
¿En Colombia los comedores sociales, albergues de pueblos y capitales, están funcionando? ¿Es lícito, que las partidas asignadas para arreglar los desastres regionales ocasionados por sus coterráneos o no, se pierdan en el camino, o jamás lleguen? Esa situación en la mayoría de nuestras regiones, es vergonzosa. ¿Con qué autoridad, se les exige a los desfavorecidos, que no roben? Sin disculpar dicha acción, digo yo, que hay que vivir.
Basta de tanta barbarie, de pretender engañar a la población achacándole todos los males del mundo a los guerrilleros, delincuentes comunes y demás (con los que tampoco comulgo). Las ratas, paren ratas, no se puede pretender que un país tan mal gobernado desde siempre, produzca otra cosa.
Colombia, es un país sin infraestructuras. Las multinacionales (consentidas), no solo explotan los minerales acordados por contrato. Algunas, financian grupos armados ilegales y practican la elusión de impuestos y regalías. Delito que debería ser penado con cárcel. Sus trabajadores, como ocurrió en la zona bananera (Departamento del Magdalena, años atrás), son maltratados y las comunidades indígenas y afrocolombianas, son desplazadas. Muchos de ellos, asesinados. Un menosprecio hacia el país que están explotando y del que se llevan la mejor tajada. No deberían permitir los gobernantes colombianos, y lo permiten, este abuso de discriminación velada.
Por donde metas la nariz, hiede. Las mentes no progresan. Sí, la delincuencia común y la desfachatez de muchos que continúan chupado de la economía. Gracias a la música y al temperamento de naturaleza alegre que llevamos en nuestro ADN, la mayoría de colombianos, pueden “hacerse los locos.” (No me lo dan, lo tomo). Con ese pensamiento, van llegando a fin de mes.
Envolvernos en la bandera, sacar a relucir nuestro himno, no es amar a un país. Amarlo, es administrar bien para todos. Deseamos, que se cumplan las promesas electorales. Cuando la decepción de sus nativos, es superior a sus esperanzas, mal asunto.
Colombia, un país alegre, bello y rico. Desgraciadamente, la falta de principios anuló conciencias y magulló la inteligencia del pueblo. Hay gente demasiado valiosa dentro obligados a callar, y otros fuera obligados a salir. Empezar a trabajar en sincretismo y sin codicia para apagar el incendio, sería lo correcto.