La Madre Teresa de Calcuta dijo alguna vez «Yo sola no puedo cambiar el mundo, pero puedo lanzar una piedra a través del agua para crear muchas ondulaciones»; una frase poderosa que invita a la reflexión y, sobre todo, a la acción.
¿Cuántas veces hemos tenido el poder de transformar el mundo, nuestra sociedad, nuestra familia o nuestro destino en las manos y hemos seguido de largo por miedo, por inexperiencia, por orgullo o por cualquier otra excusa que nos damos a nosotros mismos? Lo curioso es que en la mayoría de ocasiones para lograr esos cambios tan solo necesitamos tomar una decisión y ejecutar una acción sencilla.
Actos tan simples como dar un abrazo, brindar una sonrisa o una caricia, alimentar a un ser necesitado o apoyar a quien requiere nuestra ayuda, sea humano, animal o cualquier otro ser vivo, son actos transformadores, cambian las circunstancias y hasta la vida de otros seres.
Empecemos por allí. Adoptemos ese espíritu transformador en nuestro hogar y convirtámoslo en parte integral de nuestra vida: brindemos amor y paciencia a nuestra familia, escuchemos a nuestros hijos, juguemos con ellos y con nuestras mascotas, aprovechemos el tiempo que podemos pasar juntos, y disfrutémoslo; veremos cambios positivos.
Y no paremos. Hagamos lo mismo en sociedad; también es fácil: arrojar nuestra basura en los lugares adecuados, respetar las normas de tránsito, votar a conciencia, denunciar la corrupción y otras tantas acciones más afectan positivamente a la sociedad. Solo es cuestión de vivir con respeto, responsabilidad y civismo; en paz con nosotros y con los demás.
Enseñemos a nuestros niños cuán fácil es cambiar el mundo con esas pequeñas acciones y a vivir con valores fundamentales como respeto, honestidad, integridad, humildad, gratitud, verdad, paciencia y perseverancia y les estaremos ayudando a construirse como personas, a afrontar mejor las situaciones de la vida y a analizar las circunstancias, tomar las decisiones correctas y actuar.
De esta forma, tendremos más y más ejemplos como los de Luis Soriano Bohórquez, que lleva educación a los niños del departamento del Magdalena con su Biblioburro; Carlos Arturo Torres, que crea prótesis con piezas de Lego; Nubia e hijos, la familia campesina que enseña por YouTube a cultivar en casa, y muchos otros ejemplos de personas que decidieron lanzar una piedra pequeña al estanque y generar cambios positivos que se irradien al resto de la sociedad.
Nuestra historia como país independiente es corta, apenas un par de siglos, vivimos guerras y violencia sin sentido, convivimos con la muerte, nos sumergimos en la pobreza y toleramos la corrupción; hemos recorrido ya una quinta parte del siglo XXI y a pesar del dolor que ha nos ocasionado el pasado seguimos inmersos en una sociedad llena de odios, intolerancia y falta de empatía; sin embargo, aún podemos cambiar.
Tengamos presente que lanzar una piedra al suelo es inútil; tirarla a una ventana, destruye; y arrojarla a una persona o a otro ser, hiere o mata; todas las piedras que arrojamos generan ondulaciones que alcanzarán de una u otra forma a nuestros niños (hijos, sobrinos, nietos, ahijados, amigos, vecinos… todos); arrojemos entonces las piedras correctas, las que dan vida, las que construyen futuro, las que nos hacen mejores como personas y como sociedad; las que transforman.
Leonardo Sánchez Acuña: Escritor. Sembrador de paz a través del apoyo a la Fundación SeamosPaz, que combate el matoneo. Bibliófago. Comunicador social y periodista, especialista en gerencia pública, Capacitación en gestión comunitaria y gerencia social, con estudios de Periodismo turístico; Asesor gubernamental en temas de paz y corrector de estilo de diversas publicaciones literarias, académicas y gubernamentales.