Como respuesta a una nueva forma de llevar soluciones a regiones que sufrieron la inclemencia del conflicto armado, se dio origen al Órgano Colegiado de Administración y Decisión, destinado para la aprobación de proyectos de inversión relacionados con la implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto – OCAD PAZ, que con un presupuesto aproximado de 5 billones de pesos, debe viabilizar, priorizar y aprobar proyectos de inversión enfocados en infraestructura vial, acueducto, alcantarillado, saneamiento básico, energía, agricultura y educación, financiados con recursos del Sistema General de Regalías-SGR en 170 municipios agrupados en 16 zonas en las que se desarrollan Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET). Una metodología brillante y acelerada para cerrar brechas y saldar una deuda con estos territorios de una manera eficaz.
El pasado jueves, este OCAD logró aprobar 1.2 billones de pesos en proyectos para muchos de estos municipios. Dimos debates amplios y profundos buscando una mejor focalización y transparencia en la inversión de los recursos y la equidad en su distribución. El resultado fue maravilloso, estoy seguro que terminada esta sesión muchos territorios de los más olvidados de este país empezaron a ver una luz que creo que nunca se habían imaginado. Como miembro de este órgano me siento orgulloso de que mi departamento de Córdoba haya conseguido una cifra de alrededor de $75.000 millones de pesos en proyectos de inversión.
El reto ahora es seguir buscando más fuentes de financiación para que las iniciativas que la comunidad dejó plasmadas en un papel se hagan realidad y estudiar la inclusión de nuevos municipios que no fueron tenidos en cuenta debe ser una prioridad. Esto con el fin de ampliar y acelerar la transformación positiva de las comunidades que vivieron una guerra similar, pero a manos de otros actores distintos a las FARC. A manera de ejemplo, es preciso anotar que en Córdoba nos quedamos cortos. No podemos desconocer que al menos 50 % del territorio en algún momento fue afectado por el conflicto armado, tal es el caso de la zona rural de Montería, Canalete y también los municipios costaneros que durante mucho tiempo sirvieron como corredor del narcotráfico e ingreso de armas. y es que aunque el proceso de paz se haya firmado con la guerrilla de las FARC, las disputas de territorio entre ese grupo armado y los paramilitares dejó una estela de muerte y desolación. Esa es una tenebrosa realidad que vivieron muchos más municipios en el país que también merecen ser atendidos bajo las mismas condiciones. ¡Llegó la hora de que en el Congreso revisemos esto con lupa!
Otro aspecto importante a mejorar, es la implementación de la planeación participativa hecha hasta el momento. Se ha escuchado a la gente y a partir de sus impresiones, se ha actualizado de manera constante y continua este mecanismo. Por eso, todo mi reconocimiento para Emilio Archila, alto consejero para la estabilización, quien ha desempeñado una labor importante para una mejor gestión de la inversión en etapas tempranas, que permitan garantizar mayor coherencia en la utilización de los recursos públicos, con una salvedad, es necesario que a la hora de ponerla en práctica se haga estricta verificación, ya que muchas veces da la impresión de que no está dando los mejores resultados.
El análisis sobre las iniciativas priorizadas y la comparación con los sectores en los que se realiza la inversión, evidencia que en muchos casos están sujetos a réditos políticos o simplemente a que se presente un proyecto de fácil estructuración con el afán de sacar un pedazo de esa gran torta antes de que se acabe y no a la prioridad real de los territorios, debido a que algunas iniciativas de impacto requieren de mucho tiempo y de recursos para lograr su estructuración y viabilización en el OCAD, lamentablemente por eso se ha dejando a un lado iniciativas que vinculen a las poblaciones con enfoque étnico y aquellas que aportan al desarrollo de las economías locales a mediano y largo plazo.
Hoy hago pública mi invitación al OCAD para que apartemos la prisa y se evite, por el afán de mostrar resultados, aprobar el primer proyecto que llegue, independientemente de que cumpla con las condiciones técnicas y en su lugar se haga un verdadero ejercicio de priorización, sujeto a la realidad de los territorios. El dinero para la inversión estará siempre a disposición, lo preocupante es que las comunidades no reciban los resultados esperados, los resultados que necesitan ver y que terminemos fracasando en la importante misión de cerrar las brechas de desigualdad y las condenemos a volver a la violencia y al olvido.