Jesucristo, nuestro Salvador, al culminar su misión terrenal, manifiesta un mensaje reconfortante para su pueblo, nos promete que estará con nosotros hasta el fin del mundo, esto sin duda nos alegra el corazón. Pero, ¿cómo es posible sentir que Jesús está con nosotros y estará con nosotros hasta el final de los tiempos, con cada adversidad que nos sucede? Definitivamente hay una fuerza de bien sobrehumana que nos motiva, fortalece, alegra nuestro ser y purifica nuestra menta por dentro. Esta fuerza, es la esencia más pura, más sublime, más divina de Dios para nosotros: es su Santo Espíritu.
El Espíritu Santo es la fuerza de lo alto, la fuerza que Dios nos brinda a los seres humanos para mantenernos en la luz y manifestar lo mejor de lo mejor de cada uno de nosotros, siendo personas de amor y bien, siendo evangelizadores. Para que sea aún más eficaz la acción del Espíritu Santo en nuestra vida, familia y sociedad, debemos abrir nuestro corazón a sus dones (sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, fortaleza, temor de Dios, Piedad) para que produzcan los esperados frutos (caridad, gozo paz, paciencia longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad). Veamos cada don del Espíritu Santo y dejemos que trasformen nuestra vida desde nuestras entrañas:
- Sabiduría: Es el don de entender lo que favorece y lo que perjudica al proyecto de Dios.Él fortalece nuestra caridad y nos prepara para una visión plena de Dios.
- Entendimiento: Es el don divino que nos ilumina para aceptar las verdades reveladas por Dios. Mediante este don, el Espíritu Santo nos permiteescrutar las profundidades de Dios,comunicando a nuestro corazón una particular participación en el conocimiento divino, en los secretos del mundo y en la intimidad del mismo Dios.
- Consejo: Es el don de saber discernir los caminos y las opciones, de saber orientar y escuchar.Es la luz que el Espíritu nos da para distinguir lo correcto e incorrecto, lo verdadero y falso.
- Ciencia: Es el don de la ciencia de Dios y no la ciencia del mundo. Por este don el Espíritu Santo nos revela interiormente el pensamiento de Dios sobre nosotros, pues “nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1Co 2, 11)
- Piedad: Es el don que el Espíritu Santo nos da para estar siempre abiertos a la voluntad de Dios, buscando siempre actuar como Jesús actuaría. Si Dios vive su alianza con el hombre de manera tan envolvente, el hombre, a su vez, se siente también invitado a ser piadoso con todos.
- Fortaleza: Este es el don que nos vuelve valientes para enfrentar las dificultades del día a día de la vida cristiana. Vuelve fuerte y heroica la fe. Recordemos el valor de los mártires. Nos da perseverancia y firmeza en las decisiones. Los que tienen ese don no se amedrentan frente a las amenazas y persecuciones, pues confían incondicionalmente en el Padre.
- Temor de Dios: Este don nos mantiene en el debido respeto frente a Dios y en la sumisión a su voluntad, apartándonos de todo lo que le pueda desagradar.
Veni Creator Spiritus; mentes tuorum visita. Imple superna gratia quae tu creasti, pectora (Ven Espíritu creador; visita las almas de tus fieles. Llena de la divina gracia los corazones).