Asís se ha convertido en la puesta en marcha de un proyecto acunado por el Papa: ‘La Economía de Francisco’. La ciudad del Poverello ejerció como casa de acogida para un centenar de universitarios y emprendedores llegados de los cinco continentes, llamados a configurar un lobby evangelizador que promueva un modelo de desarrollo sostenible que transforme “una economía que mata” en “una economía que da vida”, que ponga “a los pobres en el centro”.
En la mañana del 24 de septiembre, el Pontífice rubricó con ellos “El Pacto de los jóvenes”, un documento que refrenda y actualiza la Doctrina Social en materia financiera desarrollada desde León XIII a Benedicto XVI.
La crudeza del discurso de Francisco se sustenta en los evidentes atentados medioambientales, las nuevas esclavitudes laborales y la injusticia social. A partir de ahí, formula unos postulados prácticos con la certeza de que se puede producir un vuelco real, si verdaderamente se da una conversión ecológica integral desde un reparto equitativo y posible de los recursos.
A estos discípulos misioneros de nueva generación les encomienda movilizarse ante los mandatarios y empresarios para que acometan este cambio decisivo. A la vez, se espera que dinamicen a sus coetáneos, para que aterricen en acciones cotidianas que transformen su estilo de vida desde el compromiso social, la austeridad y la lucha contra la corrupción.
Hasta ahora la economía se ha fundamentado en dos pilares: la acumulación del capital y de las riquezas y las leyes del mercado. El problema es que estas dos premisas descartan a quienes no tienen los medios ni para generar riqueza ni para adquirir mercancías. Lo grave ha resultado ser que, en la lógica del mercado excluyente y piramidal, los bienes básicos indispensables para una vida digna, se han convertido, también, en mercancía, generando con ello grandes ámbitos de exclusión social y provocando, a su paso, altísimos índices de pobreza y de muertes que pudieran haber sido evitadas.
La economía que se refleja en el legado del Santo de Asís que hermana a toda la creación y que es armónica con cada realidad. Basta recordar el cántico de las creaturas, compuesto casi al final de la vida de San Francisco, para reconocer que el ser humano es hermano de todo y de todos y debe, por ende, cuidar de ellas como cuida de sí mismo.
Así, la economía a la que nos invita a pensar el Papa, es una propuesta solidaria con la creación, que la cuide y promueva, que la defienda y establezca lazos armoniosos entre todas las creaturas, incluidos los demás seres humanos. Una economía que establezca acciones orientadas hacia la búsqueda del bien común suponiendo que los recursos de la naturaleza son para todos los seres humanos en cualquier parte del mundo, pero, especialmente, para los más necesitados. Solidaridad y subsidiariedad son entonces dos principios rectores de la nueva economía que no privilegie a unos y descarte a otros si no que incluya a todos por igual. En palabras del Papa Francisco: “una economía donde nadie se quede atrás”. Utopía o no, hay que intentarlo.