El capitalismo salvaje está al borde de una crisis. Los nuevos mandatarios del mundo se encargarán de acelerar este proceso mucho más rápido de lo esperado. Los expertos en economía ya no podrán ajustar las diversas variables para dinamizar la economía mundial en busca del bienestar social, y esa sabiduría que brotaba de nuestros ancestros, especialmente de Adam Smith, ha sido pisoteada por un gobernante como Donald Trump, caracterizado por altos índices de aporofobia, discriminación, hostilidad y violación de los derechos humanos.
Es evidente que el «mono del norte» (como muchos lo denominan) podría estar sufriendo trastornos obsesivo-compulsivos, lo que podría estar desencadenando una incapacidad para gobernar. Su falta de capacidad para razonar, de diferenciar lo real de lo irreal, es patente. Se puede ver en su mirada que nunca reflexiona lógicamente antes de hablar. Por esta razón, psiquiatras de todo el mundo lo han calificado como un prototipo de ser humano aquejado por patológicas obsesivas, y es considerado el mandatario que ha inaugurado una era de caos y terror mundial, emulando huracanes, ciclones o tifones para destruir la frágil paz global.
Los resultados están a la vista. En Estados Unidos, con órdenes de deportación finales, hay alrededor de 1,8 millones de personas afectadas, y más de 8,2 millones de inmigrantes en proceso de deportación. Esto ha impactado profundamente el mercado laboral, resultando en una disminución de mano de obra en sectores clave como el trabajo doméstico, la industria textil, la hotelería, la agricultura, la ganadería, la construcción, la minería, el transporte, el comercio informal y otros servicios profesionales, como la alta costura y la administración de negocios, muchos de los cuales son manejados por migrantes con amplios conocimientos en contabilidad, finanzas e informática.
Sin embargo, los problemas del «mono» no se limitan solo a los migrantes. Su creencia de que los estadounidenses son los ultra-dominantes en el ámbito económico y político lo está llevando a desarrollar una guerra arancelaria que, como un boomerang, está dañando el buen desarrollo económico que el país experimentó durante la administración de Barack Obama. Hoy, la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico) ha advertido que las tensiones políticas, geopolíticas y comerciales provocadas por Trump afectan tanto a su país como a sus principales socios comerciales.
Esa insaciable ansiedad de poder solo acelerará la devastación total de su propia economía y, en gran parte, de la economía mundial. Para él, “desarrollar el capitalismo” no parece ser una prioridad, ya que su patología obsesiva es incurable, y no hay medicamento que pueda solucionarlo. Además, su edad y terquedad hacen casi imposible que reciba tratamiento adecuado, ya sea psiquiátrico o psicológico.
Tan delicada está la situación, que las proyecciones de crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) de EE. UU. estarían a la baja en un 0,2 % para 2025 y un 0,5 % para 2026, algo que podría parecer normal para economías en desarrollo, pero que para la norteamericana sería una catástrofe total. Mientras tanto, la proyección mundial del PIB para los países desarrollados se estima en un 3,1 % para 2025 y un 3,3 % para 2026, mientras que EE. UU. solo alcanzaría un 2,2 % para 2025 y un 1,6 % para 2026.
Es sabido que el empresariado estadounidense busca la mejor producción y el aumento de la riqueza. Por esta razón, están constantemente en busca de personal altamente calificado en avances tecnológicos, ya que estos conocimientos no abundan dentro del país, pero sí en otras naciones, como Colombia. Los sectores más demandados incluyen enfermeras, médicos veterinarios, fisioterapeutas, trabajadoras sociales, así como profesionales en áreas como sistemas informáticos, software ERP (Enterprise Resource Planning), CRM (Customer Relationship Management), Bots, finanzas e ingeniería.
La combinación de estos dos factores mal gestionados -la dependencia de mano de obra migrante y la irracional guerra comercial- será la responsable de la debacle económica que está a punto de enfrentar el país. Y la responsabilidad recae sobre un mandatario que, más allá de su título presidencial, parece estar más cerca de un presidiario con número de registro P01135809. Sin un perfil de gobernante y al frente de una nación que se considera potencia mundial, lo llevará inevitablemente hacia una catástrofe económica que, tarde o temprano, afectará tanto a sus empresas como a sus propios ciudadanos. El «mono» tiene la batuta…