El síndrome de abstinencia es uno de los retos más complejos dentro del abordaje integral de la salud, especialmente cuando se presenta en pacientes que deben ser sometidos a intervenciones quirúrgicas. Así lo plantea el reconocido neurocirujano Remberto Burgos de la Espriella, quien ha abordado desde su experiencia médica y humana los múltiples rostros de esta condición que se manifiesta tanto en el cuerpo como en la mente.
“El síndrome de abstinencia es complejo, más cuando se debe operar y tenemos la alta sospecha de que el paciente lo puede presentar”, advierte el especialista. En su fase aguda, señala, el trastorno es de fácil reconocimiento y sus manifestaciones clínicas se hacen evidentes en las primeras 48 horas. No obstante, el mayor desafío aparece en el síndrome de abstinencia tardío, donde las secuelas del consumo se mantienen incluso cuando la adicción ha sido aparentemente superada.
El Dr. Burgos lo define como “el conjunto de reacciones físicas y psicológicas que surgen después de que una persona reduce o deja de consumir una sustancia de la que ha estado abusando durante mucho tiempo”. Se trata de un proceso que puede desencadenarse por una suspensión brusca o una disminución significativa del consumo, tras un largo período de uso. Aunque no existe un tiempo fijo para su duración, en algunos casos los síntomas pueden prolongarse durante semanas.
El tratamiento del síndrome de abstinencia, explica el neurocirujano, se compone de cuatro fases esenciales: desintoxicación, deshabituación, rehabilitación y reinserción. Si bien cada una implica un proceso exigente, el especialista resalta que “la parte más compleja es cuando el paciente decide dejar la adicción”, pues a partir de allí aparecen múltiples tentaciones y un entorno social muchas veces adverso que puede empujar a la recaída.
Durante la fase de desintoxicación, el objetivo es limpiar el organismo. Este proceso puede durar entre 7 y 21 días, dependiendo del tipo de sustancia, el grado de dependencia y la respuesta del paciente. Se caracteriza por síntomas como ansiedad, angustia, irritabilidad e insomnio. Además, una manifestación común es la negación del efecto terapéutico de los tratamientos que se están administrando.
La deshabituación, por su parte, es la pérdida progresiva del hábito de consumo. Burgos recomienda que se realice, en lo posible, en centros hospitalarios especializados. “Busca consolidar la abstinencia más allá de lo psicológico y enseñarle al paciente patrones de vida saludable, con terapias grupales, deporte y metas a corto plazo”, apunta. El objetivo, según él, es establecer un nuevo bienestar como norma de vida.
En la rehabilitación, el paciente debe aprender a vivir de nuevo. Esto implica vencer la compulsión hacia las sustancias y aplicar en su cotidianidad los patrones saludables adquiridos. “Los médicos y todo el grupo de terapeutas debemos aceptar que cada historia de adicción es única, y nuestro esfuerzo debe dirigirse a descubrirla”, afirma. En este punto, el seguimiento individualizado es fundamental, ya que abandonar las terapias representa un alto riesgo de recaída.
Finalmente, la reinserción se concibe como el retorno a la vida social previa al consumo. Pero no se trata de un paso sencillo. “La adicción está siempre vigilando, y el día menos pensado vuelve a atacar”, advierte Burgos. Esto se debe a que el cerebro guarda impresas viejas rutas neuronales que pueden reactivarse fácilmente y llevar al paciente a buscar refugio nuevamente en el consumo.
La conclusión del neurocirujano es clara y contundente: “La adicción no se borra: se vigila, se enfrenta y se reconstruye con voluntad, ciencia y humanidad”. Para él, comprender los mecanismos neurológicos y sociales que sostienen el consumo es tan importante como crear entornos terapéuticos que permitan al paciente sostener su decisión de cambio.
En un país donde los trastornos por consumo de sustancias psicoactivas siguen en aumento, el llamado del Dr. Burgos resuena como una invitación al compromiso colectivo: médicos, instituciones, familias y sociedad deben participar activamente en los procesos de recuperación. Porque, como él mismo lo ha dicho, la adicción no es un camino que se transita solo, ni se resuelve de forma mágica, pero sí se puede superar paso a paso, con apoyo, persistencia y humanidad.@Rembertoburgose