La Policía Nacional de Colombia cumple 134 años protegiendo la vida, el orden y la convivencia ciudadana. Una historia marcada por sacrificio, compromiso y vocación al servicio del país.

Hoy la Policía Nacional de Colombia cumple 134 años de existencia, una institución que ha acompañado la historia del país en cada uno de sus momentos cruciales, enfrentando con entereza los más difíciles desafíos y adaptándose a los nuevos tiempos con un solo propósito: proteger la vida, la honra y los bienes de los colombianos.
No es fácil hablar de la Policía sin reconocer su papel silencioso, pero constante. Desde las ciudades hasta las veredas más apartadas, miles de hombres y mujeres, vestidos de verde esperanza, cumplen con su deber en medio de las dificultades, con un compromiso que va más allá del uniforme. Son padres, madres, hijos y hermanos que cada día dejan su hogar sin la certeza del regreso, pero con la convicción de servir.
En sus 134 años de historia, la Policía Nacional ha sido testigo y protagonista de la evolución de Colombia. Ha combatido el narcotráfico, el terrorismo, la delincuencia organizada, la extorsión, el secuestro y la violencia urbana. Ha rescatado vidas en medio de desastres naturales, ha acompañado procesos sociales y ha tendido la mano amiga al ciudadano en cada esquina. Su historia es la historia misma de un país que ha buscado la paz, pero que ha debido defenderla a diario.

Detrás del uniforme hay seres humanos que sienten, que sufren y que también lloran a sus compañeros caídos. Cada placa en un muro conmemorativo es una historia truncada, un héroe que entregó su vida por un ideal mayor. Honrar a los héroes caídos no es un acto simbólico; es un deber moral y patriótico. Son ellos quienes, con su sacrificio, permitieron que millones de colombianos puedan hoy disfrutar de su libertad, de la tranquilidad en sus hogares, del simple derecho de caminar por una calle segura.
La Policía Nacional no solo es fuerza y autoridad: también es servicio, pedagogía y comunidad. Las diferentes especialidades (Carabineros, Antinarcóticos, Infancia y Adolescencia, Tránsito y Transporte, Gaula, SIJIN, DIJIN, y tantas otras) son reflejo de su capacidad de adaptación y especialización. En cada una de ellas hay un mismo espíritu: el de servir al país, el de ser la primera línea en la defensa de la seguridad y la convivencia ciudadana.

En el campo, los Carabineros y la Policía Rural acompañan al campesino, al ganadero y al agricultor, custodiando la producción que alimenta a Colombia. En las carreteras, la Policía de Tránsito vela por la vida de quienes recorren nuestras vías, garantizando movilidad y prevención. En las escuelas, los uniformados de Infancia y Adolescencia protegen a los niños del maltrato, del abuso y del reclutamiento forzado. En los aeropuertos y fronteras, los hombres y mujeres de Antinarcóticos combaten con inteligencia y valentía el flagelo del narcotráfico que tanto daño ha hecho a la nación.

Y aunque muchas veces son blanco de críticas injustas, es justo reconocer que la mayoría de los policías de Colombia son hombres y mujeres íntegros, comprometidos con la legalidad y con la patria. Han tenido que enfrentar, además de los peligros del servicio, la estigmatización de algunos sectores que olvidan que sin policía no hay orden, y sin orden no hay sociedad posible.

La labor policial es, por naturaleza, ingrata: cuando actúa, incomoda; cuando no lo hace, se le reclama. Pero es precisamente en esa delgada línea donde radica su grandeza: en cumplir su deber aun cuando no haya aplausos, sabiendo que su vocación es garantizar el bienestar de todos.
Celebrar 134 años de existencia no es un acto meramente protocolario. Es una oportunidad para reconocer la transformación institucional que ha vivido la Policía Nacional, su esfuerzo por acercarse al ciudadano, por fortalecer la transparencia y por profesionalizar cada día más su servicio. También es el momento de agradecer a las familias policiales, esas madres, esposas, esposos e hijos que viven con el corazón en vilo, pero con el orgullo de tener un héroe en casa.
En tiempos de crisis y de desafíos sociales, la Policía Nacional ha estado presente. Lo hizo durante la pandemia, lo hace hoy en la seguridad ciudadana, y lo seguirá haciendo donde la patria lo requiera. Porque ser policía no es un oficio: es una forma de vida, una vocación que se lleva en el alma.

A los más de 130 mil hombres y mujeres que integran esta institución, a los veteranos que sirvieron con honor y a los héroes que ofrendaron su vida en cumplimiento del deber, gracias. Gracias por su entrega silenciosa, por su lealtad inquebrantable, por mantenerse firmes cuando el país más lo necesita.
Hoy, al conmemorar 134 años de historia, la Policía Nacional de Colombia reafirma su compromiso con la legalidad, la seguridad y la convivencia. Servir y proteger no son solo palabras grabadas en un escudo: son el principio y el fin de una misión que sigue siendo vital para el presente y el futuro de la nación.


