Senador Armando Benedetti, acaba de protagonizar el episodio más gracioso de las sesiones virtuales del congreso, a raíz del micrófono abierto de la también senadora Angélica Lozano, refiriéndose a su otro compañero Gustavo Bolívar, que la estaba atacando en twitter en los términos “Que amargura, que amargura”… del resto de Lozano, ya se conoce, ipso facto, las carcajadas de los congresistas en pantalla y por supuesto, de la espontánea risa del barranquillerísimo Benedetti, alegró corazones. Colombia, requiere reír más, ante tanta adversidad pandémica y social.
Discusiones acérrimas entre congresistas, con malas palabras, en el recinto pueden ser más controladas, pero en la virtualidad, aparte del en directo, la tecnología los atropella, a cualquiera le puede suceder, distinto a lo ocurrido entre el Presidente Duque, expresando “La vieja esta”, dicho a la senadora opositora Aida Avella, evidencia en video de la Vicepresidente Ramírez, desafortunado o no, todo esto causa risas, pero ante la convulsión, es fácil entrar en discusiones estériles a pesar de las notorias ofensas, todas ellas merecen sus respectivas disculpas de los causantes hacia los ofendidos, es lo decente, es lo humilde.
Benedetti, quizás no imaginó, que su expresión traduce lo ocurrido a un país nervioso, afectado por las crisis sociales de todos los tiempos, de las pésimas actuaciones de los servidores públicos que son indolentes para resolver problemas eternos, agravados por el virus.
El país está jodido, pero la risa no debe acabar, cuando lo hacemos reconforta el alma, siempre habrá motivos para alegrarse, que no nos invadan las amarguras temporales de Angélica Lozano, de Álvaro Uribe, de Gustavo Petro, de Iván Duque, de aquellos líderes con capacidad de influenciar a la población para mantener batallas que impiden superar los egoísmos de sectores productivos causantes de muchos de los problemas padecidos.
Las risas ciudadanas fueran más espontáneas teniendo resueltas dificultades que hace rato debieron ocurrir, como por ejemplo, cobertura del servicio de agua potable en cada comunidad colombiana, sabiendo que somos el Estado con seis tipos de aguas: lluvias, superficiales, subterráneas, termo minerales, marinas, oceánicas, glaciales, no puede ser posible, que en la Guajira, los niños mueran de sed y desnutridos, a pesar de esta tragedia, aún los wayuu rían, mal correspondidos, olvidados con desidia, qué decir de los niños de Tasajera, ¿Aún se acuerdan de Tasajera?
Nos han quitado todo, a todos los sectores, pero se siente más en aquellos vulnerables como los pequeños comerciantes, de los trabajadores informales que están pasando diluvios económicos.
Los fotógrafos de fiestas, este año no fue. ¿Quién los ayuda? Ya no dirán “Sonrían”. Los meseros de fiestas, este año no fue. ¿Quién los ayuda? Ya no recibirán la propina con sus caras sonrientes.
Las risas no pueden terminar, el país está jodido, como dijo Benedetti, en la sesión inolvidable, pero debemos prosperar riendo, con las amarguras por dentro, no con hipocresías, sino, sinceros, mirando a los ojos, mostrando dientes, el privilegio de la risa, dignifica al hombre desde siempre, sabedores de las tristezas en cada rincón, hace único al colombiano.
Chocó, ríe y llora, con tenacidad avanza, son el mejor aliciente para toda la Nación, su pobreza no los acaba, con ahínco luchan. “Se jodió esta vaina”, pero aquí estamos firmes y dignos, con risas saldremos adelante.