Empresariado formal e informal en épocas de crisis económicas necesitan organismos sin tacha de corrupción, sobretodo, vemos cuando mandatarios son cuestionados, salen gremios a criticar con vehemencia si el gobierno no es de su gusto, se esperaría un desempeño ejemplarizante a cada momento procurando en toda la organización mantener costumbre mercantil acordes a la productividad de la idiosincrasia regional, en últimas, lo injustificable sería acudir a practicas non sanctas en perjuicio de un sector necesario para progresar en los municipios, especialmente, aquellos de sexta categoría, completamente dejados a su suerte, esperanzados en proyectos milagrosos que impidan quebrar, reducir progresivamente sus ganancias, por ende, desaparecer del comercio, triste sería que las Cámaras de Comercio incumplan con una de sus varias funciones, cual es la de identificar los problemas sufridos por sus comerciantes afiliados para evitar pérdidas económicas irreparables, trayendo desempleo, engrosando problemas sociales que una entidad territorial actuante de forma limitada, con escasos recursos públicos, sin hoja de ruta a favor de los pequeños empresarios se le imposibilita superar crisis mortal contra las finanzas individuales; sálvese quien pueda, es lema de moda y en verdad que lo es.
La pandemia ha puesto a prueba cada pequeño empresario esté afiliado o no en Cámara de Comercio, al fin y al cabo, son buscados por esta entidad solo para actualizar certificados mercantiles, del resto de año, una que otra invitación a reuniones o foros en las ciudades capitales, pero a municipios apartados no llegan, total discriminación, dando pie a desconocimiento real de desenvolvimiento sobre una economía contribuyente de desarrollo que con las uñas trabaja pagando impuestos destinados a la salud, caso de bebidas, obras de infraestructura, caso sobretasa de la gasolina en el sector transportador, entre otros, mueven la economía local en tal magnitud que si no fuese por ellos, muchos municipios fueran inviables presupuestalmente, tendrían caos ¿Imagínense ustedes a un burgomaestre con medio pueblo en su despacho pidiéndole un puesto de trabajo?
Las Cámara de Comercio están creadas con capacidad de solventar problemas financieros de sus afiliados en momentos críticos generalizados, solvencia de tipo profesional que dirige asesorías en mejorías de utilidades del pequeño empresario, a fin de relanzarlo, a impulsarlo en su entorno evitando su cierre comercial, para ello, debe haber completo compromiso institucional de sacarlo a flote, no dejarlo hundir porque se trata de un socio.
Ir a territorio, con personal experto en resoluciones de crisis y diagnosticar situación de vulnerabilidad particular del comerciante, debilidades y amenazas como empresario, es fundamental en una economía cambiante, con nuevos retos cada día, problemas que no deben darse el lujo de afrontarlo en solitario, sin apoyo de alcaldías, mucho menos, de estas asociaciones cuyo fin es representarlos dignamente en momentos delicados, ayudas que nunca llegaron en esta emergencia por parte de la Cámara de Comercio, en contadas excepciones vimos, pero disfrutadas por medianos empresarios, no al tendero, al almacén de ropa, restaurantes, negocios modestos, vendedores informales que son los propulsores del día a día, sin ellos, los municipios reducidos en dineros públicos quedan expuestos a colapsar.
Cámaras de Comercio, han sido insolidarios en esta crisis, no fueron vistas adelantando trabajos activos, presenciales, unos elefantes blancos empotrados e intocables, con problemas serios en sus juntas directivas.