Hoy recordé las palabras del Gobernador de Sucre gritando a los cuatro vientos durante la entrega de las ambulancias de la red pública de atención en la Plaza Caribe de la Gobernación sin titubear que durante esta Pandemia del Covid–19 el sistema de salud de Sucre nunca tuvo la amenaza de colapsar y que gracias a la reacción de su equipo, la situación está bajo control; realmente nunca había escuchado tantas falacias en tan corto discurso y eso que crecí escuchado los cuentos de tía zorra y tío conejo en medio de lámparas hechizas y en la profundidad de una comunidad indígena donde la fantasía nos permitía creer en las mentiras.
Quizá el gobernador no ha tenido el tiempo prudente y necesario para sentarse y entender las deficiencias del sistema de salud sucreño en un territorio donde el mayor porcentaje de la población es de área rural y donde municipios como Majagual o Sucre por mencionar algunos a duras penas cuentan con unos improvisados primeros niveles de atención que no pasan el primer renglón en caso de realizar una auditoria o también se le olvido a nuestro líder político que el Hospital Regional de San Marcos, el cual es de “segundo nivel” donde se atiende el 80 % de la población de la Mojana, tiene desde hace varios meses una intervención por la Superintendencia Nacional de Salud luego de que se detectaran irregularidades que ponen en riesgo la atención integral de los pacientes.
Entre las perlas que menciona el ente de control, en esta joyita de la corona por la que han pasado gerentes pagando favores políticos, se evidenció que no hay cumplimiento en los estándares del talento humano, en su infraestructura, dotación y mantenimiento, además no cumple con el pago oportuno de los salarios y las prestaciones sociales de sus trabajadores y como si fuese poco los pacientes deben comprar hasta las jeringas para las inyecciones y ni qué decir del sistema de referencia el cual está cerrado en la red de atención a mayores niveles de complejidad por los líos monetarios con la entidades prestadoras de salud.
Otro de los cuentos que podríamos mencionar toca el proceso estadístico debido a que si realizamos una selección aleatoria por cada paciente diagnosticado con Covid-19, aproximadamente a cinco no se les realiza adecuadamente un tamizaje ni cerco epidemiológico, lo cual afecta proporcionalmente la diseminación de la enfermedad y por ende la morbi – mortalidad de los individuos. Esto en palabras criollas quiere decir que la mayor parte de la población sucreña pasará esta pandemia sin saber su diagnóstico serológico debido a que se recuperan en sus casas, morirán o simplemente como en los cuentos de tío conejo seguirán en una historia sin fin esperando las pruebas que el estado nunca le practicara,
Esto es solo la punta del iceberg de un sistema permeado por corrupción, politiquería y favores personales que han llevado a Sucre a lo más profundo del océano social y ha impactado negativamente el desarrollo de nuestra región.
Algunos pensarán que tengo cierto resentimiento hacia la clase dirigente sucreña pero la realidad es que como muchos de mis hermanos estamos cansados de que por décadas la salud y la educación son el plato fuerte para llenar las arcas de algunos cuantos a costa de la desgracia de muchos. Es hora de pensar en cambiar la historia porque como bien decía mi abuelo en unos de sus cuentos “la rama siempre se rompe por el nudo más difícil de coger”.