Esta semana, el 2021 despertó con un video que se hizo viral en las páginas sociales, en el cual se visualizaba un grupo de niños tomando bebidas alcohólicas, embriagados, bailando en tonos eróticos bajo la mirada complaciente y la absurda permisividad de los adultos, siendo algunos sus propios progenitores.
De repente, hipócritamente, todos clamaron a los cielos por tan abominable escena, como si eso fuera un caso puntual. Lo más curioso son las autoridades que, como siempre, reaccionaron como Judas del Pretorio, que siempre se lavan las manos ante estas situaciones, los entreguen al Bienestar Familiar, cuando sabemos que esta descomposición infantil, adolescencial y juvenil es fruto de un sistema educativo caducado, de una cultura musical hedónica que con su música y letras destruyen la belleza del valor de la sexualidad, de la corrupción que le quita oportunidad de desarrollo social e equitativo, de una legislación que quita autoridad a los padres de familia y agentes educativos y les regala herramientas de sobreprotección y permisividad a niños, adolescentes y jóvenes, que hoy hacen lo que les da la gana sin responsabilizarlos por sus acciones. También es consecuencia de una sociedad que, en nombre de las libertades individuales, reivindica derechos olvidándose que cada Derecho tiene raíz en el cumplimiento de los deberes.
Ante este panorama estamos en una sociedad que deseduca en el lugar de educar, centralizado en los sistemas económicos en los cuales solo es útil el quien produce, en vez de formar e invertir en la calidad de los procesos formativos de los niños y niñas de nuestro país, poniendo en evidencia sus dones y calidades humanas, potenciándolas como riqueza humana invaluable para la sociedad. Así nacieron en el pasado los genios de la escultura, de la pintura, de la música, de las invenciones, del arte, de la ciencia y de la tecnología.
Lo curioso es que estas escenas son más frecuentes en barrios populares donde desde temprana edad, los niños y niñas son dejados a su libre arbitrio viviendo en la etapa de su niñez, pre-adolescencia y adolescencia experiencias que no deberían vivir ni experimentar en esas edades. Entre las causas que han llevado a la pérdida de valores encontramos: la desintegración y los conflictos familiares, estilos de música urbana y bailes con contenido erótico agresivo y promiscuo, la tecnología con todo el mundo virtual y paginas sociales, el desinterese por el estudio, los divorcios, la situación económica, la violencia intra-familar, la deserción escolar, la desobediencia, la drogadicción, entre otros tantos factores que han acabado con los valores en el país y han dejado como consecuencia: surgimiento de pandillas, prostitución; embarazos prematuros y no deseados; robos; transculturación; abortos en jóvenes a temprana edad; relaciones sexuales promiscuas, ausencia de espiritualidad.
Estamos ante una evidente crisis y vacío de valores y en la cual preocupa la superficialidad, el vacío de contenidos culturales, la desinteriorización, la inmadurez, la falta de proyectos de vida, la ausencia de Dios en sus vidas. Es cada vez más frecuente la respuesta “no sé” a la pregunta “qué quieres ser cuando serás grande”. Es cada vez más frecuente observar el aumento de porcentaje de jóvenes que llegan a grado 11 y no saben que estudiar y otros que comienzan una carrera universitaria y al final de dos semestres cambian de carrera, o porque no les gusta, o porque al final eso no era lo que ellos querían. En esta era tecnológica donde hay un acceso a tanta información es evidente que no saben más, ni tienen el nivel cultural de los de mi generación quemábamos nuestras pestanas en las bibliotecas y nos enamorábamos con la lectura de una obra literaria. Pregunten a los niños, adolescentes y jóvenes que ustedes tienen en sus hogares cuál fue el último libro u obra literaria que leyeron, cuál fue el último museo que visitaron, cuál fue el último concierto de música clásica, o música autóctona que escucharon.
Tal vez le tengamos que preguntar a los progenitores de los niños, adolescentes y jóvenes: ¿Qué música escuchan, que literatura leen, que tipo de películas ven, cuantos museos visitaron, cuantos eventos culturales asistieron, y cuantas veces oraron con sus hijos? Creo la respuesta a estas preguntas nos ayudarán a darnos cuente de las causas por las cuales pasamos del respeto a la sin verguenzura.