Como en los tiempos de nuestro Señor Jesucristo, el prefecto de la provincia de Judea, que se lavó las manos antes de enviarlo a la Cruz, cediendo ante la turba iracunda y evadiendo su responsabilidad, aparece en la historia actual de nuestro país, Petro Pilatos.
Gustavo Petro, atendiendo a su acostumbrada forma de engañar, después de haber llamado a la gente a las calles y generar todo el caos que vivimos hoy, también se lava las manos y se distancia de lo que él mismo creó.
43 días después de iniciado el paro nacional y de haberle pedido a los jóvenes no descansar en su “lucha” en las jornadas de manifestación, sale a hacerle creer a los colombianos, que nada tiene que ver con el desastre que causó. Todos hemos sido testigos de su constante discurso de odio de clases, del inconformismo programado desde que perdió las elecciones y de como, su fiel e irracional escudero, realiza “colectas” para dotar a los que están en la mal llamada primera línea para realizar ataques sistemáticos en contra de nuestra fuerza pública y de los ciudadanos que no se sienten identificados con las protestas.
El líder de la Colombia Humana, en su más reciente “alocución”, y en vista del rechazo generalizado de los colombianos, deja solos a los que él mismo mandó a pelear, cambia su discurso, por uno que ya antes había utilizado cuando en algún momento se le enfrentó con su pasado guerrillero, da un giro de 180 grados, y empieza a justificarse alegando que su política nada tiene que ver con el odio, que lo suyo es el amor, ese mismo amor que lo llevó a empuñar las armas en la década de los 70´s.
A Gustavo Petro habrá que recordarle que por más que se lave las manos, los Colombianos con memoria recordamos el horror que causó esa “política del amor”.
Resulta bastante paradójico y hasta extremista generar tanta violencia dolor, escudado en un sentimiento como el amor, así como pedirle a los jóvenes exigir sus derechos mediante la destrucción.
Las convocatorias al paro del señor Petro vienen acabando con el empleo en pequeñas, medianas y grandes empresas. El modus operandi revive la triste historia del grupo guerrillero del que, el ahora senador, formó parte cuando se quemó del Palacio de Justicia.
El llamado a la violencia del señor Petro no acaba ahí pues también ha habido grandes afectaciones en materia de salud, cuando sus convocados impiden que lleguen vacunas e insumos médicos a las regiones.
La incoherencia de Petro entre lo que dice y hace, es extremadamente parecida a la de Poncio, que aún siendo consciente de la injusticia que estaba a punto de cometerse, guardó silencio, se lavó las manos y miró para otro lado, mientras un inocente era torturado y crucificado, así mismo desde la comodidad de su casa en Chía, desde Italia, París o cualquier otro lugar del mundo, lleva años incendiando el país producto de su resentimiento postelectoral.
Así las cosas, los Colombianos no podemos equivocarnos en el 2022 y recordar quienes, y con qué intensiones, buscan hoy la destrucción de lo que tanto esfuerzo nos ha costado construir a lo largo de nuestra historia.
Afortunadamente, nuestro país cuenta con una democracia sólida, que respeta, protege y respalda la manifestación cuando es pacífica, pero que sabe diferenciarla muy bien del oportunismo político y la desestabilización institucional.
Lo hemos repetido mil veces y lo seguiremos haciendo, porque es nuestro deber como patriotas, ojo Colombia, ojo con el 2022, no caigamos en las manos de Petro Pilatos para que después vuelva a lavarse las manos cuando haya logrado crucificarnos a todos.