La Filosofía ha perdido popularidad por el tecnicismo pedante que nubla su verdadera importancia, y la convierte, como lo define Fernando Libreros, en un “Mamertismo Epistemológico”. Lenguaje que ni Mandrake entiende. La filosofía es la acción de encontrar los principios que, si no ofrecen respuestas a las preguntas primordiales, por lo menos sirvan para soportar una vida sin propósitos definidos, como lo explicó el Existencialismo.
Cada época encuentra un paradigma para sostener su cultura. Platón y su metáfora de la caverna, la Edad Media y su Teocentrismo; el Arte, la Ciencia, la Guerra e inclusive las relaciones sexuales, giraron en torno a ese paradigma, para el que Dios era la regla con la que se media todo. Luego el Renacimiento cambió de órbita: ahora, la vida gira en torno al hombre… y así cada época buscó donde posar su visión para direccionar la forma de enfrentar la existencia.
La filosofía es tan necesaria como la Matemática la Biología, la Mecánica y la Economía. Es compendio del conocimiento y postula un camino, el paradigma, que permita guiar a la humanidad.
Llegó el fin de la filosofía del Existencialismo o si lo prefieren en forma literaria, la cual es de mejor digestión comprensiva– el fin del absurdo, al estilo Albert Camus; y aunque muchos suponen que el Existencialismo, que influyó el siglo XIX y el siglo XX en todas sus esferas, desapareció, lo que observamos es una ramificación, como el delta del río Nilo visto desde el cielo, cuyas vertientes no tienen ya caudal para regir la vida.
Sobre la conclusión del Absurdo de Albert Camus, trataré, con la conciencia de poder causar un sacrilegio, de resumirlo. La vida no tiene sentido y, como tal, hay que reconocerlo así: no hay Dios o dioses, no hay Patria o razón alguna para la vida. Esa sinrazón, nos libera, nos aleja del suicidio, el absurdo permite que sea cada hombre y cada mujer quienes definan la razón, el sentido de seguir viviendo. De levantarse cada día de la cama.
A partir del concepto existencialista del absurdo de la vida, el ateísmo se impulsó. El ascenso del ateísmo, que algunos pensaron imparable a medida que la ciencia y la tecnología avanzaran, hoy parece retroceder; no obstante que nuestra época podría considerarse exuberante en información científica y tecnológica. Dios se estaba muriendo como un cáncer terminal, como pagando cuotas de gota a gota a la humanidad. Y, como los pacientes terminales, que van perdiendo peso, las iglesias se ven flacas.
Pero no, el árbol de la religión resurge en un sinnúmero de ramas que van desde la Teología de la Liberación hasta la Teología de la Prosperidad; la Nueva Era, la brujería moderna. Dios (o dioses) que muta como un virus dependiendo de quién lo mire; ya Gaia, Pachamama o Inteligencia creadora. El arte dominante crea una película como “Avatar” con centro en la naturaleza o “Lucy” donde una mujer utiliza el 100% del cerebro y se vuelve Unidad. A los Cuatro Jinetes del Ateísmo, le riposta una decena de científicos de primera línea que defienden la existencia de un Creador.
El Existencialismo quedó atrás, y está surgiendo un nuevo paradigma que se observa en la Matemática, en la Física, la Biología la Genética, -en especial la Epigenética, la Cosmología, y la Ecología. La Política, con la pandemia, constató que los conceptos de Patria y de fronteras, no existen. Las artes hacen una mixtura de ciencia y conceptos esotérico-religiosos. Poco a poco la humanidad encontrará el paradigma que abarca toda la Ciencia, el conocimiento e inclusive a la Religión. Veo una sola posibilidad; es el Integralismo.
Todo en el Universo está integrado; lo que sucede en el Amazonas afecta a los japoneses. Una supernova será la inspiración para algún poeta; esos versos, darán pie a un matrimonio y de ellos saldrá un científico que descubre la fecha del cataclismo de aquel Sol.
La Física entiende que no hay objeto y observador; en la actualidad, no es un científico quien analiza un Quark; es una relación integral entre el observador y lo observado. Están integrados, no separados. Una guerra en África tiene que interesar a un suizo, ya que puede influenciar el modo de vida de Europa; esa guerra en África, no es sólo la carreta de los derechos humanos, es mucho más que eso: el medio ambiente, la migraciones, la economía, el surgimiento de religiones traídas por los cabellos, explotación de recursos no renovables que afectarán las lluvias y el flujo de arena del Sahara que nutre a la Selvas brasileñas y las cuales tendrán incidencia en el fenómeno de El Niño y a su vez en la economía y en la posibilidad de una invasión a los Alpes suizos por el control del agua.
La Filosofía está llamada a buscar entre el conocimiento: ciencia, arte y religión, puentes de relaciones, un paradigma Integracionista que le brinde un norte a la humanidad. EL Big Bang, una explosión en el fondo de la Nada, no está alejado del principio que encierra “Hágase la Luz” en la absoluta oscuridad: Fiat Lux, o de la esencia de una obra de Pollock: sobre un fondo de tela vacío lanzó una manotada de pintura y hay una creación artística; así como, ni la Teoría de la Expansión – observada por el astrónomo Hubble- y contracción del universo, está distante de las Respiraciones de Brahma. Son las mismas verdades vistas desde ángulos diferentes. De nada sirve que Israel vacune a su población si al lado los palestinos no lo hacen. Al virus no le importa las naciones.
No conocemos con certeza el origen del Universo, ni el por qué de la Vida. Pero, si algo está claro hoy en el conocimiento humano, es que el Universo está conectado de maneras complejas y es Integral; no hay absurdos. Nuestras acciones u omisiones, independiente de sí soy ateo, científico o religioso, en la integralidad del Universo, nos guiaran a nuestro Infierno o a un gran Cielo.



