Ante la contienda electoral que se avecina en Colombia, resulta especialmente relevante dar una mirada al espectro militar y las consecuencias que acarrean las decisiones de gobiernos populistas, autoritarios y dictatoriales, como el de Venezuela, para afincarse en el poder. En esta y la siguiente entrega, me propongo abordar sucintamente los principales cambios militares ocurridos en las fuerzas armadas venezolanas.
Para comenzar, es un hecho que con la llegada de Hugo Chávez a la presidencia, en 1999, a través de la reforma a la constitución de 1961, se da comienzo a la transformación de las Fuerzas Armadas Nacionales de Venezuela, lo que a la postre se constituye en un factor decisivo para el devenir del pueblo venezolano. A la par con la revolución bolivariana y el advenimiento del socialismo del siglo XXI, aparecen los cambios militares realizados al transformarse en Fuerza Armada Nacional.
Dicha denominación fue modificada posteriormente con la Ley Orgánica de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de 2008, al agregarle el calificativo de “Bolivariana”, quedando como Fuerza Armada Nacional Bolivariana. De manera análoga, se cambió la denominación a los cuatro componentes militares por el de Ejército Nacional Bolivariano, Armada Nacional Bolivariana, Aviación Militar Bolivariana y Guardia Nacional Bolivariana. Además, se le dio vida jurídica a la Milicia Nacional Bolivariana, compuesta por la Reserva Militar y la Milicia Territorial, destinada a complementar a la Fuerza Armada en la defensa integral de la nación.
Adicionalmente, se destacan siete cambios estructurales: 1. El desalineamiento de la doctrina militar estadounidense; 2. Política de ascensos a altos rangos militares a través de mecanismos distintos al mérito; 3. Cisma al interior de la Fuerza Armada con ascensos de los suboficiales a oficiales; 4. Politización de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana; 5. Prebendas y dádivas a militares de alta jerarquía; 6. Corrupción como herramienta de vinculación y control; y 7. Crecimiento armamentista.
En este orden de ideas, el primer cambio estructural es el desalineamiento de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana de la doctrina militar estadounidense, la cual es abolida completamente, pasando a un adoctrinamiento ideológico-militar de carácter revolucionario bajo la doctrina cubana y china. Es así que las escuelas se transformaron en sitios de ideologización, en donde se hablaba más de revolución y de unos nuevos idearios, que de formación profesional militar. De esta manera, se da paso a una nueva doctrina de pensamiento socialista que comienza a regir el concepto militar bolivariano, bajo el lineamiento estratégico de la unión cívico militar. Todo este proceso, con el auspicio de Cuba y el abundante apoyo ruso, chino e iraní para el incremento de las capacidades militares.
Simultáneamente, comienza la depuración de la Fuerza Armada Nacional, con asistencia de la contrainteligencia cubana, prescindiendo de los militares institucionalistas que no simpatizaban con la revolución bolivariana. En efecto, el proceso de ideologización impuesto por Chávez e iniciado en las escuelas militares, fue muy profundo, con unas ideologías de izquierda radicales y quien no estaba de acuerdo con él, prácticamente tenía que irse. Entonces, hubo una gran purga de militares tradicionales, venezolanos de corazón que no comulgaban con el sistema político que se implantaba, hasta llegar a imperar solo los militares chavistas, leales al régimen.
Por tanto, terminó en una purga que minó cualquier posición nacionalista, propia del militar que ama a su patria. Además, a nivel de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, se produce un gran aislamiento al no relacionarse más con las fuerzas militares de los Estados Unidos y las de sus países aliados en América Latina. De este modo, se pierde la unidad y se afecta la interoperabilidad, condiciones primordiales para fomentar las medidas de confianza y procurar un hemisferio más seguro.
El segundo cambio tiene que ver con la política de ascensos en los altos grados militares, la cual se desarrolla a través de mecanismos distintos al mérito y por expreso mandato presidencial, alcanzando una planta cercana a los 2.000 generales y almirantes. Esto se explica, porque los ascensos que eran sometidos a una serie de evaluaciones y pasaban por el Legislativo, a partir de 1999 cambió. Los coroneles, capitanes de navío, generales y almirantes, salvo contadas excepciones, son ascendidos automáticamente al cumplir el tiempo para ser promocionados al grado inmediatamente superior, por decisión discrecional del presidente de la república, sin pasar por la Asamblea Nacional.
Del mismo modo, los militares en general han encontrado mayor rédito en buscar cargos no operativos sino cargos dentro de la administración pública, por cuanto les brinda mayores posibilidades de promocionarse en sus ascensos, al ser mejor vistos en el gobierno y por las oportunidades que tienen de enriquecerse. Este cambio ha sido fundamental, por cuanto no llegan los mejores líderes de una institución a los cargos de la alta dirección, sino aquellos que están dispuestos a satisfacer los lineamientos políticos e ideológicos y le demuestren al gobierno lealtad a toda prueba.
El tercer cambio estructural se produce con los ascensos de los suboficiales profesionales de carrera a oficiales técnicos, lo que creó un cisma al interior de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, al quebrantar una de las columnas vertebrales de cualquier institución militar, la Jerarquía. Esta solo se alcanza con la antigüedad que se otorga en las escuelas de formación, el buen desempeño y la experiencia que da el ejercicio del mando. Por consiguiente, lo que hizo Chávez y mantiene Maduro es crear una lucha de clases institucional interna, con lo que se menoscaba sustancialmente la base fundamental de cualquier organización castrense: la disciplina. Para ejemplarizarlo, se tienen las confrontaciones entre oficiales y suboficiales, resultantes de esa mezcla peligrosa e irresponsable de mandos en Venezuela.
El cuarto cambio es la politización de la Fuerza Armada. Esta se da a partir del cambio de doctrina hacia un enfoque bolivariano revolucionario, con lo que se sustituye el concepto de que una fuerza militar no debe tener participación política en el manejo del Estado. Al hacerlo, se pone al servicio de los intereses del gobierno alejándose de los principios democráticos de la nación. En otras palabras, deja de ser el fiel de la balanza para la defensa del sistema democrático y sus ciudadanos, cuya responsabilidad es defender la Constitución, las leyes y a sus ciudadanos.
Lo que Chávez hizo y continuó Maduro, fue constituir una fuerza militar chavista para la defensa de su régimen, muy diferente a lo que eran las Fuerzas Armadas Nacionales venezolanas profesionales, garantes de la institucionalidad y la vida política del país, durante los gobiernos legítimamente democráticos. Esa politización, definitivamente genera un desequilibrio social, ético y político en el país y en la región, dado que el militar venezolano politizado tiene una serie de beneficios que de una u otra forma se pierden si no se está de parte del régimen que se los proporciona, acarreando una conducta amoral frente a una lealtad comprada. En fin, Venezuela pasó de tener unas fuerzas armadas respetuosas de la constitución, de su sistema democrático y de sus intereses nacionales, a ser las defensoras de un sistema. Son unas fuerzas que perdieron su identidad y se encuentran concentradas en proteger el sistema imperante.
El próximo domingo, los tres cambios militares restantes: 5. Prebendas y dádivas a militares de alta jerarquía; 6. Corrupción como herramienta de vinculación y control; y por último, crecimiento armamentista.