Muchos alcaldes y gobernadores con amplia experiencia en lo público han resultado pésimos administradores porque al parecer, esa experiencia no resultó una ventaja para sus gobernados, sino una gran desventaja. Todo parece indicar que muchos mandatarios utilizan la experiencia no para hacer un buen gobierno, sino para convertirse en más y mejores corruptos.
Por eso, en el caso de Cartagena de Indias, ese cuento de que solo deberían aspirar a la Alcaldía de la ciudad quienes presenten una gestión probada en lo público, hay que analizarlo bien. La mayoría de las ejecuciones, por no decir todas, de algunos (no todos), de quienes han pasado por la administración pública, llámese mandatarios de elección popular, o altos funcionarios, lo único que tienen probado son las investigaciones por corrupción, detrimento y delitos contra la administración pública en todos los organismos de control. Eso es evidente, e irrefutable.
Hacer proyecciones para buscar el mejor perfil del próximo mandatario distrital, apoyándose solo en las ejecutorias del pasado, no es una opción tan válida. Sí, es evidente que algunos que han manifestado su intención de aspirar, hicieron un buen trabajo en sus cargos y ejecutaron obras que se pueden mostrar, sin embargo, no es menos cierto que algunas de esas obras han sido cuestionadas por favorecimiento a terceros, sobrecostos y otras situaciones que opacan una supuesta buena gestión.
Insisto, medir un posible candidato por sus ejecutorias es caminar sobre la incertidumbre. A quienes van a aspirar a manejar los destinos de la ciudad a partir de 2024, deben ser sometidos al escrutinio y no centrarse solo en sus ejecutorias del pasado y su formación, sino que deben ser examinados en lo ético y moral.
Esa persona debe dar muestra de sus valores, principios, virtudes, determinación, disposición, carácter. Aunque resulte exagerado, hay que conocer a su familia, sus amigos cercanos, y sobre todo, quiénes lo van a acompañar en su proyecto. Algo fundamental para ser un buen mandatario local es amar sin condiciones a Cartagena y muchos de quienes quieren gobernar la ciudad no les importa nuestra querida Heroica.
Algunos pensarán que soy incoherente porque soy crítica acérrima del actual alcalde de la ciudad, un personaje sin ningún tipo de experiencia en lo público, sin moral y ética, pero no, no soy incoherente, porque William Dau reúne en una sola persona, todo lo negativo que puede tener un administrador. Eso será tema de otra columna.