En cuanto andamos distraídos con fiestas, corralejas, miss universo, Shakira y otros, se firma en Colombia una resolución en la cual las niñas menores de 14 años de edad que acudan al servicio médico con la intención de practicarse una interrupción voluntaria del embarazo, podrán acceder a ese servicio de salud sin la autorización de sus padres. Así quedó estipulado en la resolución 051 de 2023 con la que el Ministerio de Salud reguló las condiciones para que las mujeres puedan acceder al derecho del aborto hasta la semana 24, tal y como lo ordenó la Corte Constitucional en una sentencia infame del año pasado.
Con ese punto claro, el aborto hasta la semana 24 queda sin ninguna edad mínima para que sea autorizado, por lo que cualquier médico que se oponga a practicar el procedimiento bajo ese argumento podría estar incurriendo en un delito.
Una de las máximas injusticias que amparan las leyes de aborto en el mundo, es degradar a una segunda categoría la existencia de un individuo de la especie humana por el solo hecho de que su supervivencia depende de la madre. Ella es, efectivamente, dueña de su cuerpo, pero su propiedad no se extiende al territorio corporal de otra persona que en este caso es su propio hijo.
Los defensores del aborto han resuelto una forma simple y categórica de desconocer la vida y los derechos de un ser humano en gestación: negar su condición de persona. Más allá de las miles de páginas que han escrito científicos, filósofos y juristas para demostrar el inicio biológico, constitucional y social de la persona, me permito tan solo plantear una pregunta: ¿Usted o algún conocido suyo, tuvo la posibilidad de llegar hasta este momento de su vida sin haber pasado por el útero de su madre? ¿Conocemos a algún ser humano que se haya saltado la etapa de gestación? El aborto no es interrupción.
Interrumpir es detener la continuidad de una acción, o sea, que luego se reanuda. En el aborto podríamos hablar de liquidar, finiquitar, sacrificar, extirpar, truncar, tronchar, erradicar, triturar, en fin matar, pero de interrumpir, ni por asomo.
Sin dudas que el alto índice de embarazos en la adolescencia reflejan un problema serio que no debe ser olvidado y al cual se debe buscar soluciones tangentes y eficaces para evitarlos y disminuir sus índices.
La sociedad nos acostumbró que para solucionar problemas, o para eliminar lo que nos estorba, se descarta, se aniquila, se aplasta o se mata. ¿El aborto ha sido la solución para poner fin a los embarazos no deseadoS o a los embarazos de adolescentes?
Respuesta: NO. ¿La pena de muerte o la prisión perpetua han sido solución para acabar con la criminalidad, los asesinatos y la violencia en la sociedad? Respuesta: NO.
Sabemos cuáles son las causas pero no hay voluntad para solucionarlas porque eso significa no más corrupción y toma de decisiones e inversiones serias en educación de calidad de jornada completa con instalaciones académicas de vanguardia (salas de informática, laboratorios, polideportivos, talleres de artes, etc), en vivienda, en salud de calidad para todos, de acceso a una educación sexual proyectada hacia el valor de la vida, a una seria revisión de la cultura musical, cinematográfica, artística que incita al sexo, en acabar con todo lo que sea la industria de la pornografía, en la garantía de un empleo digno para los jóvenes que terminan sus carreras universitarias, en el combate a la pobreza extrema donde se dan los mayores índices de embarazos en adolescente, en la recuperación de valores éticos y morales de la sociedad y de la familia que el afán del dinero y las ideologías progresistas de este siglo destruyeron, y también diría que dejemos que Dios tome el mando de nuestra consciencias, para que decidamos según su voluntad.