«…estarán siempre tan jodidos que el día en que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo». Zacarías (El otoño del Patriarca)
Así son tratados los pobres en Sucre, donde el problema de la pobreza se llama desigualdad. Sucre con 28.98% de NBI, necesidades básicas insatisfechas, duplica al promedio nacional, que es de 14.13% sembrando la desesperanza de todo un pueblo. Discursos van, vienen y los pobres cada vez más pobres, ultrajados.
Mientras los dueños absolutos del poder, incluidos los nuevos ricos se los siguen robando, montados en cuatro puertas y operando tetas a tutiplén. Lo correcto es mejorar las condiciones de vida y oportunidades de todos los sucreños, en especial del 73.9% que se acuestan a diario sin las tres comidas; a duras penas consumen una o dos, si acaso ¡De no creer! Invertir en conciencia y cultura ciudadana es más importante de lo que pensamos.
Asombra la complacencia de la sociedad a los que sin méritos construyen mansiones de Hollywood en el más prestante barrio de la capital sucreña, mientras la gente vive triste en las casas de cartón, a lo sumo con pan y circo cuando los necesitan, burlándose los «grandes» del 98% de pobreza rural en Guaranda ¡Apocalíptico!
Ante esto propongo construir un Sucre para todos, con inversión social de recursos propios, nacionales e internacionales, sustentado en un grupo con capacidad de gestión, y apoyarse en gobiernos de países como Francia, Estados Unidos, Árabes, entre otros, que se interesen en invertir en Sucre
!Quien dijo miedo! Ellos van al baño, nosotros también. Debe ser una gran arremetida inversionista internacional. Hay que hacer algo, teniendo presente que la plata si no se la roban alcanza, de lo contrario la banca mundial no es suficiente.
Debemos concientizarnos que Sucre es rural y a lo rural hay que valorarlo, no menospreciarlo, invertir en infraestructura de vías, servicios públicos, producción del campo, tratarlos con respeto.
Disminuir la brecha de desigualdad propiciando condiciones dignas de vida a la gran masa de sucreños es principio sine qua non para vivir seguros, derrotar la inseguridad, amén de tener una presencia respetable de fuerza pública.
En Sucre hay que volver a producir y andar tranquilamente, sentarse nuevamente en las terrazas de las casas. Eso es posible, no con cobardía, sino con determinación. Así como ser ambiciosos en plan de vivienda con empresa, donde se erradiquen los cinturones de miseria y en cada distrito barrial se coloque un generador de empleo, por ejemplo fábricas de calzado, convirtiéndonos en una potencia del ramo.
La revolución de los pobres es posible, porque no podemos seguir viviendo de la pobreza, que es lo que hacen en Sucre. Las estruendosas y mágicas riquezas las sacan de los pobres, como quizás lo hace Héctor Olimpo Espinosa Oliver, que nunca fue rico y como él las «jaurías» se frotan las manos esperando que la mierda tenga algún valor, para quitarles la posibilidad a los pobres de nacer con culo, cuál cruel pero atinadamente sentencia Zacarías en el Otoño del Patriarca.