Las labores de reparación del tubo de agua averiado en la transitada Transversal 54 de Cartagena parecían encaminarse hacia su fase final, pero las lluvias y una serie de contratiempos han entorpecido el proceso, dejando en vilo a los residentes de la zona suroccidental de la ciudad.
A pesar de los esfuerzos de Aguas de Cartagena por restablecer el suministro del vital líquido a los barrios afectados, la situación sigue siendo preocupante. El corte del tubo dañado ha sido solo el primer paso en un camino lleno de obstáculos. La empresa continúa enfrentando dificultades para acoplar y asegurar el nuevo tramo a la red existente, prolongando así la agonía de quienes llevan horas sin acceso a este recurso vital.
La falta de previsión y la ineficiencia en la gestión de la obra han quedado en evidencia. A pesar de conocer las condiciones del terreno y los desafíos inherentes a la zona, las autoridades no han logrado agilizar el proceso, dejando a los ciudadanos a merced de la incertidumbre y la incomodidad.
El factor climático ha sido el último golpe para una comunidad ya exhausta por la espera. Las lluvias han generado nuevos retrasos, complicando aún más una situación ya de por sí complicada. A pesar de los esfuerzos de la compañía por seguir adelante con las labores bajo condiciones adversas, la realidad es que el progreso se ve obstaculizado a cada paso.
La prolongación de las obras ha afectado no solo el suministro de agua, sino también la movilidad en la zona. El tráfico vehicular se ha visto considerablemente afectado, exacerbando la frustración de los residentes y comerciantes de la zona.
Si bien se han implementado medidas paliativas, como el abastecimiento de agua a través de carrotanques y la habilitación de senderos vehiculares alternativos, estas acciones resultan insuficientes para mitigar el malestar generalizado de la comunidad.