El sol caía lentamente sobre el horizonte del mar Caribe, reflejando la serenidad de Cartagena de Indias, una ciudad que, a pesar de su belleza y su reconocida fama como destino turístico, no se ha librado de la tragedia que conmueve a su comunidad. Tatiana Hernández, una joven estudiante de medicina de 23 años, salió del Hospital Naval el 13 de abril del año en curso para realizar un breve paseo por la ciudad. Nadie imaginó que ese día marcaría el inicio de una angustiante desaparición, cuyas repercusiones han cruzado fronteras, dejando una estela de dolor y esperanza entre quienes la buscan.
Tatiana fue vista por última vez en la Avenida Santander, una de las principales arterias de Cartagena de Indias, que conecta el centro histórico con las zonas más turísticas. La imagen que queda en la memoria colectiva es la de una joven sentada sobre las rocas, mirando el inmenso mar, aparentemente disfrutando de un atardecer que ahora parece como una cruel ironía. Un video, grabado por un desconocido desde un vehículo en movimiento, es el último vestigio tangible de su presencia. Después, el vacío. La joven nunca regresó, ni se supo más de ella.
Este viernes 25 de abril, Interpol emitió una alerta mundial, una circular amarilla, que busca localizar a Tatiana en cualquier rincón del planeta. Pero, a pesar de la magnitud de la alerta, la pregunta persiste: ¿Cómo es posible que en una ciudad turística como Cartagena de Indias, donde la vigilancia debería ser una prioridad, no haya registros claros de su paradero en las cámaras de seguridad? En un sector conocido por su afluencia de turistas, las cámaras instaladas en zonas claves, como el área de los espolones, no están funcionando. Este hecho, aparentemente menor, se convierte en un punto crítico dentro de la investigación. La falta de vigilancia en momentos cruciales, cuando la joven caminaba sola por las calles de la ciudad, genera desconcierto y un profundo malestar.
Mientras las autoridades revisan las últimas imágenes de Tatiana y analizan su celular en busca de pistas, la familia sigue con la esperanza intacta. Lucy Díaz, madre de la joven, no ha dejado de clamar por respuestas. “Sé que está encerrada en algún sitio. Ábranle las puertas”, exclamó en una emotiva marcha por las calles de Cartagena, donde la comunidad se unió en busca de respuestas. El dolor es palpable, pero también la determinación. Tatiana, según su madre, sigue viva, aunque oculta en algún lugar de la ciudad.
A pesar de las hipótesis que giran en torno a su desaparición, desde un posible accidente en el mar hasta la posibilidad de un secuestro, el silencio de las cámaras se ha vuelto una herida abierta en la investigación. ¿Cómo es posible que en una ciudad que recibe a miles de turistas cada año, con un flujo constante de personas y vehículos, no haya registros visuales de los últimos momentos de Tatiana? Este vacío tecnológico refleja una desconexión entre las expectativas de seguridad que se deberían tener en una ciudad turística y la realidad que viven sus habitantes.
Cartagena, conocida por su colonial encanto y por sus playas que atraen a turistas de todo el mundo, enfrenta una realidad desgarradora: la desaparición de una joven en pleno centro turístico, sin respuestas claras, sin videos que expliquen su destino y con una ciudad entera clamando por justicia. La desaparición de Tatiana no solo es una tragedia personal, sino también una alerta sobre la falta de seguridad en una ciudad que, a pesar de su fama internacional, debe replantearse su compromiso con la protección de sus propios ciudadanos.
La alerta internacional lanzada por Interpol es una luz de esperanza en medio de la incertidumbre, pero la falta de imágenes claras sobre su paradero deja una sensación de impotencia en las autoridades y en la comunidad.
Las líneas de contacto para reportar cualquier dato relevante, dispuestas por las autoridades, evidencia que la respuesta a este misterio está en las manos de todos los cartageneros, y de que la ciudad debe enfrentar de una vez por todas los desafíos de seguridad que la aquejan, para evitar que otras tragedias como la de Tatiana queden en el olvido.