Con profundo orgullo patrio y bajo el azul del cielo cartagenero, la Armada de Colombia celebró la ceremonia de entrega de armas y juramento a la bandera de 141 nuevos cadetes de la Escuela Naval de Cadetes “Almirante Padilla”, un acto solemne que simboliza el inicio de una vida dedicada al servicio de la Nación.
Tras superar tres meses de exigente adaptación naval militar, estos jóvenes —entre ellos 34 mujeres— vivieron uno de los momentos más importantes de su formación: el compromiso ante Dios, la República y el pabellón nacional de defender con honor la soberanía y los valores de Colombia, incluso con el sacrificio de sus vidas si fuera necesario.
La ceremonia fue presidida por el Almirante Juan Ricardo Rozo Obregón, Comandante de la Armada de Colombia, y contó con la presencia de autoridades civiles, altos mandos militares, familiares y amigos, quienes fueron testigos de este histórico paso en la vida de los futuros oficiales.
Los cadetes pertenecen al Contingente Naval Regular No. 180, Infantería de Marina No. 124, Profesional de Infantería de Marina No. 125 y Cuerpo Administrativo No. 60, quienes desde el pasado 7 de julio iniciaron su camino con la firme convicción de servir al país desde la Institución del mar.
Siguiendo las más arraigadas tradiciones navales, fueron los propios familiares quienes entregaron las armas a sus seres queridos, símbolo del deber que asumen con la Nación. En este emotivo momento, los cadetes prometieron defender la Constitución, las instituciones legítimas y a sus compatriotas, jurando además no abandonar jamás a sus superiores ni a sus subalternos.
Con voz firme y mirada decidida, los jóvenes juraron ante la bandera de Colombia su lealtad y compromiso, sellando así el inicio de su carrera naval y reafirmando su propósito de servir con honor, valor y disciplina.

Cada ceremonia de entrega de armas y juramento a la bandera representa mucho más que un acto protocolario: es el nacimiento de una nueva generación de marinos, guardianes del mar, del cielo y de la soberanía nacional. En sus manos reposa el futuro de la Armada de Colombia y la seguridad del país.
Con el corazón lleno de orgullo, estos 141 cadetes dieron un paso decisivo en su vida militar, ratificando que servir a Colombia no es solo una vocación, sino un honor que se lleva en el alma.



