724 Mundo. Hace dos años un equipo de científicos de la Universidad de Wellington afirmó que para el año 2050 los robots dominarían por completo la industria del sexo, minimizando los riesgos de contraer enfermedades de transmisión sexual y reduciendo el tráfico de personas relacionado con esta actividad, según informan medios ingleses.
El especialista en estudios futuristas, el neozelandés Ian Yeoman, y la sexóloga Michelle Mar han escrito un documento titulado ‘Robots, hombres y turismo sexual’ en el que han predicho cómo el famoso Barrio Rojo de Amsterdam se transformará hacia el año 2050 en el primer lugar en el que ejercerán la prostitución las profesionales del sexo robóticas, pero la realidad es que en Estados Unidos ya se dan las primeras pruebas para poner en funcionamiento uno de estos sitios.
Los clientes podrán elegir la edad, origen étnico, forma del cuerpo y hasta el idioma de su «máquina de sexo». El androide más popular, según el documento, sería una rusa, alta y rubia, llamada Irina.
En la ‘investigación’, los autores han elaborado la imagen de un burdel futurista basada en el establecimiento Yub-Yum —un prostíbulo considerado uno de los más exclusivos de Ámsterdam hasta su cierre en 2008.
La entrada en el «templo del sexo» del futuro sería costosa, según los autores del estudio, y un servicio con «todo incluido» tendría un costo de 10 mil dólares. Este burdel futurista ofrecería una «gama completa de servicios sexuales» que iría desde bailes eróticos, masajes y lo que la mente deje a la imaginación.
Todos los robots «contratados» estarán «hechos de fibra resistente a las bacterias y de fácil limpieza para que los clientes no se arriesguen a contraer ninguna enfermedad», por lo tanto, se garantizará que «las infecciones de transmisión sexual no sean transferidas entre los consumidores».
Los científicos creen que un burdel de robots sexuales podría reducir drásticamente la propagación de enfermedades de transmisión sexual y el tráfico de personas. Además, la contratación de este tipo de servicios no producirá sentimiento de culpa debido a que los clientes no tendrán relaciones sexuales con personas reales.
Los clientes deberán conversar con las máquinas sexuales para acceder a los servicios sexuales. Las ‘vírgenes’ costarán un poco más.