“Hechos y no palabras”. Joaquín Franco Burgos.
Este martes 27 de agosto, a dos meses exactos del día de elecciones, el Programa que escudriña la realidad de nuestra ciudad, “Cartagena Cómo Vamos”, vuelve a mostrar en sociedad, y de manera repetitiva, unos fríos datos que según esta organización encuestadora dan cuenta de la calidad de vida de los cartageneros, o mejor, de la mala calidad de vida que nos toca soportar por causa de la malos gobiernos y la corrupción administrativa, principalmente.
Paradójicamente, por lo regular, los avergonzantes datos que sobre nuestra triste realidad viene publicando esta entidad investigadora se los enrostra cada cierto tiempo a gobernantes, gremios, academia, y dirigencia cívica y política de la ciudad escogiendo elegantísimos salones de Centros de Convenciones y hoteles cinco estrellas.
Esta última presentación protocolaria de nuestras miserias tuvo un ingrediente adicional, la asistencia, y bien arregladitos, de muchos del ejército de aspirantes a los cargos de elección popular en procura de “mojar” prensa, “dar chapa” y hacerle creer a los ciudadanos que están interesados en las necesidades del pueblo.
Asistí a las primeras exposiciones de nuestras penurias, convenciéndome finalmente que para informarme de la realidad de nuestras desventuras no era necesario sentarme por cuatro horas escuchando a la directora de este Programa y rodeado de hipócritas y farsantes; porque caí en cuenta que la realidad es tan evidente y dolorosa que supera los datos de los informes; y porque además, como lo dice el proverbio chino: “una imagen vale más que mil palabras”.
¿O acaso no es suficiente con ir en horas de la noche al Centro Histórico, o a la Plaza de los Coches, o a la Torre del Reloj para darse cuenta que a pesar de los discursos la prostitución, el proxenetismo, el microtráfico y cuanta contravención exista permanece intacta a escasos metros del Despacho del Alcalde de la ciudad?
¿O acaso no será suficiente caminar por las calles y plazas del Centro de la ciudad para darse cuenta que el espacio público se encuentra usurpado, invadido y desordenado por causa de vendedores y negocios informarles sin que se vea ninguna solución por parte de las autoridades; o ver tristemente como los responsables de la salud pública del distrito de Cartagena son ciegos ante la oferta antihigiénica de alimentos que afectan la salud de los ciudadanos?
¿Tendremos que oír a “Cartagena como vamos” para saber y darnos cuenta de la pudrición del Mercado de Bazurto y de la descomposición e invasión de las orillas de los cuerpos internos de agua? De ninguna manera.
O, ¿no será evidente la inseguridad generada en el interior de los buses de Transcaribe por las ventas, mendicidad y pregoneros sin que la Alcaldía, Policía o autoridades de este sistema de transporte hagan algo?
Tampoco será necesario sentarse por cuatro horas en un frío salón para enterarse del caos vehicular que reina en casi toda la ciudad, o para informarse del pésimo estado en que se encuentran los hospitales locales, o para descubrir que ante cualquier llovizna, por leve que sea, las calles del Centro y de muchos barrios, así como los canales pluviales se convierten en caudalosos y peligros ríos.
¿Y para qué sentarse ante un proyector para que le muestren los datos de pobreza, desempleo e inseguridad si en vivo los podemos ver a lo largo y ancho de la ciudad?
Tampoco es necesario que nos muestren los niveles de corrupción de la administración de la ciudad si es de público conocimiento que al frente de algunas de las dependencias de la Alcaldía se encuentran personas con alto nivel de cuestionamientos.
Finalmente, se requiere pasar de los diagnósticos a la acción, como decía “el Mono” Franco: “Hechos y no palabras” y dejar de estar descubriendo el agua tibia.