La política es dinámica, pero la dignidad y lealtad son únicas.
Mi opinión referente a quienes ayudan a encanar a Uribe, puede que no guste a muchos, lo cual no quiere decir que no sean argumentos valederos.
Los Cepedas, claros socios de las Farc, el Petro y su inocultable disfrute con la situación y la corte suprema de justicia, oficiadora de la injusta decisión, son vehículos de lo que lograron los pseudouribistas, que muestran su ficticia pasión por lo que les pueda dar ese árbol.
«En los últimos tiempos hemos asistido a la construcción de su imagen (Uribe) como instigador y determinador de un aparato criminal» dice doña Lina Moreno. Tiene razón.
Uribe, es un ser sólo y solitario, indistinto de la muchedumbre a su alrededor. No lo conozco, muy a pesar de haberlo tenido a mi lado más de una ocasión en círculo de pocas personas, jamás me he tomado una foto con él, porque no soy perseguidor de retratos y menos con gente que no sabe ni quien soy, y a lo mejor ni le interesa.
Aun con todo el desconocimiento, me atrevo a decir que la soledad de Uribe es evidente. La traición no le debe sorprender a su edad y los halagos no endulzan su oido, sin dejar de ser susceptible a dejarse influenciar y hasta creer en quienes no debe, porque predomina en él su esencia de campesino, que es su real corazón. Seres que terminan creyendo en todo el mundo, aun cuando se las den de “avispados». Toda una paradoja.
La puerta del golpe magistral, al presidente Uribe la abre de par en par Paloma Valencia, con el ingreso de su asesor hipócrita, farisaico y peligroso, Fabián Rojas. Con o sin culpa de ella, no es el asunto. El resultado es que ella la abrió y punto.
El tiempo, que no guarda nada, dirá sobre el actuar de Paloma, siendo hoy un pecado dudar de la senadora. No me tiren piedras, no estoy acusando, ni exonerando. Solo describo una circunstancia. Denme el beneficio del tiempo.
Andrés Pastrana Arango, quien lamenta y llora hoy el que hayan puesto preso a Uribe, se dio gusto, gritando a todo pulmón como si fuera el himno nacional, en escenarios nacionales e internacionales, que el señor expresidente Álvaro Uribe era un paramilitar y por conexidad el paramilitarismo y la cocaína son cucarachas del mismo calabazo. Eso fue labrando camino, como la abuela que teje un mantel, comienza puntada por puntada, hasta que termina su obra de arte.
¿Es mentira lo que estoy diciendo?
Resulta que Andrés Pastrana y su familia son los más uribistas de hoy y chupan como el que chupa caña, sacando hasta el último jugo del poder que les brinda Uribe. El «paramilitar» Uribe, señor Pastrana, según sus alaridos.
«Uribe mentiroso», mafioso, criminal y demás es lo mínimo que le hizo eco, Cesar Gaviria a Álvaro Uribe, sin dejar de coquetearle a lo provechoso del poder que le pueda brindar Uribe y por ello, cuando lo necesita se le acerca, sin asomo de vergüenza. Y sigue tejiéndose el mantel en manos de la abuela. Repito, esto no fue de la noche a la mañana.
Aparece en escena la con dones, – no sé si condones- Vivian Morales, lo más amoral que he podido ver. Para nadie es secreto que quien golpeaba a Andrés Felipe Arias, apuñaleaba directamente el corazón del presidente Uribe y esa señora sí que lo hizo con lujo de detalles.
Se pavonea cual ilustre embajadora, con el sudor de la frente de los si uribistas, que muchos quedaron en el pavimento, mientras que sus verdugos, están de plácemes con el poder. Sigue tejiéndose el mantel de la abuela, puntada por puntada, y las de Vivian, no podían faltar. Esa prisión de Uribe no fue de noche a la mañana. Fue minuciosamente tejida.
Entran al escenario la manada de santistas, que se deleitan de las mieles de Palacio, porque son los «técnicos ultrapreparados», que no tiene el uribismo- lo que no es real, sino que no quieren ver- y se posesionan hasta de ministros, después que aportaron al tejido de la abuela, dando puntadas al «paraco fascineroso» de Uribe, que para ellos eso es lo que es, y así lo vociferaban, hasta que se posesionaron y se convirtieron en «encumbrados uribistas» ¡Como noo! Ya está que dejaron de ser santistas en un chasquear de dedos ¡Voy toño! Yo soy idiota.
Lo más doloroso es que esos espacios los ha abierto y propiciado el noble presidente, Iván Duque, porque noble si ha sido y ello se lo aprovechan. Sin embargo, no hay derecho a tanto y menos a hacer el aporte al mantel tejido de la abuela, con el que visten galantemente la mesa, donde los Cepedas y compañía degustan a Uribe
¿Es muy difícil entender que Duque vive «feliz» con el enemigo? Si no «remece» el palo, quien sabe dónde irá a parar esto y de paso Uribe. Alguien tiene que echarle agua a los ojos que les tiraron arena.
Ni que decir de más de un periodista hoy uribista, que ha hecho el «cambio”, que masacraron a los de Uribe, y ahora posan mano en pecho.
Remata el abogado que empuñando cadena- lagarto desmesurado, con torpe, arbitrario y unilateral actuar- en lo de lagarto clasifica Güette, especialista en sobar chaqueta y decir jefecito- que no sé porqué les encantan a estos grandes líderes ese tipo de personajes- le da Cadena a Uribe, el pasaporte a la prisión ¡Doloroso!
Todos estos y muchos otros, tejieron por el motivo que sea, el mantel con el que terminaron comiendo los detestables Cepedas, ese si con evidentes amistades Santrichtas, estas de entorno y accionar criminal, y la corte suprema de justicia- que liberó a Santrich- a quien se respeta como institución que es diferente a sus «omnipotentes» miembros- y no se comparte para nada su decisión, que aún sin conocer el expediente, es a todas luces injusta y desproporcionada, así como la izquierda radical, terminaron comiendo Uribe, servido en el mantel tejido por los pseudouribistas.
No conozco el entorno de amigos de Uribe, pero me arriesgo a señalar como incondicionales, sin dejar de tener humanos intereses, a José Obdulio Gaviria, Fernando Londoño Hoyos, Francisco Santos, Maria del Rosario Guerra, Joselito Guerra de la Espriella, Bernardo Moreno y agrego en los irreverentes, pero fieles, a Jorge Pretelt Chaljub en donde no solo baste la amistad, sino complemente con inteligencia, para no meter en tremendos e innecesarios líos a su amigo presidente Uribe, donde si fuera culpable vaya y venga, pero siendo inocente, da un sentimiento de impotencia, como lo dice Paloma Valencia, – en lo cual tiene razón-no se defiende solo la libertad sino la inocencia de Álvaro Uribe Vélez.
Reitero mis sentimientos de solidaridad al presidente Uribe, doña Lina, Tomás, Jerónimo, que con fe en Dios y la Virgen, se supera pronto y exitosamente esta dura prueba.
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