En la década de 1860 a 1870, William D. Tweed era un senador neoyorquino conocido como Boos Tweed. Era dueño de una maquinaria de votos en Tammany Hall, era la más importante de Nueva York.
Entre sus propósitos, buscaba crear proyectos de ley que amenazaran a las corporaciones que estaban produciendo en libre mercado y así poder solicitar parte de sus ganancias. También, desde su poder político, el dinero de los contribuyentes era usado para comprar votos y elegir a miembros del Ring Tweed.
Entre las cosas que hicieron famoso a Boss Tweed, fue su declaración: “si yo soy el que cuenta los votos, ¿Qué puedes hacer tú?”. No obstante, luego de ese poder de manipulación electoral, Tweed fue condenado por la justicia americana, debido a que fue encontrado culpable de haber robado millones de dólares de los contribuyentes y haberlos usado para beneficio político.
Luego de la muerte de Boss Tweed, la maquinaria de Tammany Hall siguió ejerciendo influencia electoral y en la década de los 20 acordó una alianza con la mafia italiana. Frank Costello, que llegó a ser llamado el gánster número de 1 de América, también fue considerado como el líder de dicha empresa política. Sin embargo, empezó a perder importancia en forma progresiva, después que Roosevelt ganara las elecciones en la década de los 30, ya que el presidente se había apoyado en el poder electoral de los sindicatos, que para esa época estaban bien organizados.
A pesar de lo anterior, en década de los 60, para la época que enfrentó a Kennedy con Nixon, la mafia volvió a resurgir como factor que llegaba a ser protagonista en las elecciones de ese entonces. Algunas fuentes consideran que Sam Giancana, a través de su sindicato criminal de Chicago, estuvo involucrado directamente en la victoria de Kennedy. Además, que fue el enlace para poder incorporar al senador Lyndon B. Johnson como fórmula vicepresidencial, porque los Kennedy no estaban convencidos de hacer alianza con esta persona.
Para las elecciones de 1960, algunos afirmaron que se presentaron voluntarios como testigos electorales, pero que eran miembros de la mafia que se dedicaban a intimidar a los votantes, a comprar votos y a trasladar gente de un lado a otro para que votaran varias veces. A raíz de estas denuncias, el candidato Richard Nixon solicitó un reconteo de votos en el Estado de Illinois, particularmente en Chicago, el cual encontró la oposición y el impedimento del alcalde de la ciudad.
Podrían describirse otros ejemplos deshonrosos sobre el sistema electoral y político de Estados Unidos, así como también, las circunstancias que llevaron al asesinato de cuatro de sus presidentes.
Lo cierto es que no todo ha sido democracia en América. Sin embargo, independiente de quien será confirmado como presidente el próximo 12 de diciembre, en Latinoamérica se necesita un líder continental que permita realizar alianzas estratégicas para combatir el crecimiento de las redes del crimen organizado regional.