La corrupción es el peor de los males que ha generado el ser humano, su historia se remonta a la antigüedad, posiblemente al año 324 a. C. Considero que ello va desde que existe el Homo sapiens y como todo mal sus orígenes son un misterio para los investigadores que han intentado resolver el malévolo inicio. El concepto etimológico proviene del latín corruptus («corrompido«) y se les endosa a “las personas que cometen irregularidades o infringen la ley para obtener un beneficio particular”.
En Colombia, ser corrupto “si paga”, es un honor tener un diploma de convicto, ex convicto, o pariente que puedan ser parte de la nómina estatal. Es normal observar en las entrañas del Gobierno, en cualquier pueblo, municipio o departamento como se rotan los cargos de manejo con familiares o con personas que han estado “en entredicho” peros saben “dónde ponen las garzas”.
Lo explicaba un político corrupto…”la corrupción es el mal de males….pero ese billetico que entra fácilmente es…tan sabroso….”. El corrupto sabe que no hay méritos para esconderse ni para pasar de agache, si es la Contraloría, devuelve un “puchito” y queda incólume, con la Procuraduría, una sanción y se queda con el billete, y la Fiscalía, negocia por tres años “calle por cárcel” y a disfrutar del robo al erario. En cualquiera de esas IES, la mermelada de la corrupción es “pan de cada día”
Cuando un funcionario honesto aplica los preceptos de la gestión pública, el control público y la función publica, direcciona sus esfuerzos hacia el bienestar social o colectivo, pero cuando conscientemente se desvía del objetivo fundamental de sus funciones, entra a hacer parte del colectivo que el presidente Duque denomina “ratas de alcantarilla”.
El corrupto es intrínseco en dar a conocer la forma particular de cambio de su vida, deja de ser lo que es y cambia su naturaleza hacia lo que nunca ha debido ser, fácilmente pasa de estrato uno o dos a cinco o seis, y los de cuello blanco, dejan su estrato alto, para volar hacia otros escenarios de cambios desnaturalizados.
Cuando el corrupto visiona su objetivo, lo considera como una conducta fundamental del ser humano y el abuso de poder lo considera un eslabón para enriquecerse con los dineros de la salud, la educación, los servicios públicos, los mercaditos, la infraestructura, y se obnubila de tal manera que se auto imaginan que no está haciendo mal uso de dicho poder, sino que está arreglando o mejorando su situación económica o estatus social.
Entidades como Transparencia Internacional, Indicadores de Gobernabilidad en el Ámbito Mundial (Banco Mundial), Latinobarómetro, Índice Global de Competitividad (Foro Económico Mundial), el Barómetro de las Américas, han desenmascarado a estos impolutos y se han convertido en veedores y denunciantes, muy a pesar que normalmente las partes involucradas en las corruptas transacciones se dan por satisfechos a sabiendas que las consecuencias son mínimas, y en gran parte, el propio Estado los defiende.
En Colombia, el fenómeno de la corrupción parte primordialmente de la contratación estatal, ejemplos pululan, los desafueros de mandatarios durante la pandemia de Covid-19, el escándalo de corrupción en la DIAN, en la Federación Colombiana de Fútbol, en Fonade, los robos con los carteles del sida, del síndrome de Down, de la hemofilia y de los locos en varias regiones de Colombia, el famoso caso de Odebrecht, el cartel de la toga, de la chatarrización, de las regalías, el desfalco a Ecopetrol, Reficar, Dragacol, Foncolpuertos, Chambacú , el de los Juegos Nacionales, el carrusel de la contratación, el desfalco a Colpensiones, el carrusel de las pensiones del Consejo Superior de la Judicatura, Agro Ingreso Seguro, los desfalcos a Cajanal, Ferrovías, Caprecom, COOMEVA, Transmilenio, Empresas de Energía y pare de contar.
Desafortunadamente la corrupción es el acto criminal menos castigado. El estamento ha intentado legislar sobre el tema, pero la situación les es difícil por intentar reformarse a muto propio, solo por la presión local e internacional se ha intentado legislar al respecto, pero a la hora de la verdad no es mucho lo que se ha avanzado cuando los correctivos tienen que aprobarlos los inmersos en el yo con yo, que lo consideren “un mal no tan grave”, es decir supremamente normal.
El país debe ser consecuente con los episodios trágicos y difíciles que vive el mundo, donde se ha generado conmoción, ansiedad y angustia, con un aumento de las emociones de ira e incredulidad, las cuales se acrecientan cundo vemos que los corruptos se salen con las suyas y el Estado y la justicia…completamente inerme. No hay derecho.