Hay noticias o eventos en Cartagena de Indias que sin duda alguna nos mantienen como en el ojo del huracán, es imposible dejar de hablar en este momento del caso de la Presidenta del Concejo Gloria Isabel Estrada Benavides, quien se ha visto envuelta en un penoso escándalo por motivos que ya se conocen. El otro tema es la fallida gerencia en Transcaribe, empresa que no ha tenido una gerencia con un perfil idóneo desde hace mucho tiempo.
El nefasto paso de Humberto Ripoll Durango, o el de la barranquillera, Maria Claudia Peñas que hoy es motivo para otro revés en el Sistema Integrado de Transporte Masivo. Hablemos de ambos casos y saquemos conclusiones de cuanto raseros puede tener nuestra enmarquezada sociedad.
¿Qué tan estúpido debes ser para ser presidente del Concejo de Cartagena y traficar con droga? Se necesita un nivel muy alto de estupidez para hacer algo así, sobre todo si además de eso ostentas un liderazgo que amenaza a todas luces el poderío de una clase política con tintes tiránicos, es decir se someten a las condiciones marcadas porque saben que cualquier cosa puede pasar y no es una idea sacada del aire, es un hecho que marca la vida política del Distrito al punto de dejarla desprovista de toda institucionalidad.
Nadie pasa de ser un líder de barrio popular a convertirse en diez años en presidente del Concejo de Cartagena siendo estúpido. ¿Acaso la suerte te abraza y luego te da el beso de la muerte? No, no es así, estas situaciones se logran con astucia y sagacidad, no estoy hablando de honestidad, no estoy siquiera defendiendo lo indefendible, solo digo que es un hecho burdo, cruel, bajo y como en este tan sonado caso donde todos son expertos en criminalística y adalides de la ética y la moral, yo no voy a ser la excepción, considero abusiva la decisión del Partido Liberal, apresurada, ¿acaso había en el momento de la suspensión un delito imputado?
Me imagino que las directivas de tan respetable Partido lograron superar la barrera espacio tiempo y viajaron al futuro para estar seguros de lo que iba a pasar, así como viajaron al pasado para evitar que el Senador Lidio García Turbay y la hoy polémica Concejal Gloria Estrada Benavides se conocieran, pues el senador negó conocerla, seguramente nunca escucho hablar de ella.
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Que pecado tan grande es no ser “Turco” (sirio libanes) o no estar apadrinado por esta auto denominada realeza criolla, en la política local o ser negro o venir de un barrio popular y no se te ocurra ser mujer porque tu castigo será el averno.
Salir de las filas que impone el orden de la política rancia y tradicional, así se pertenezca a ella exige un castigo y es evidente que eso ocurre todo el tiempo, lo vimos con Campo Elías Terán Dix, con Manolo Duque, incluso la misma Judith Pinedo, en el caso del segundo, hoy vemos a su más allegado… aliado aun plegado a su verdugo.
¿Qué será lo que se esconde detrás de este vergonzoso y penoso hecho? ¿Hay fuerzas mucho más oscuras y peligrosas de lo que aparentan que arrasan todo a su paso?
Y es que viendo como los gremios como el Consejo Gremial de Bolívar o la Cámara de Comercio de Cartagena salieron muy airados exigiendo cabezas como trofeo de guerra en torno a este caso tan penoso, sentencian sin juicio, pero el silencio ha sido casi sepulcral en torno al caso de la señora María Claudia Peñas en la gerencia de Transcaribe ampliamente justificado y cuyas irregularidades desde su aptitud misma para ocupar el cargo.
Sabemos que no cumple con el lleno de requisitos y también sabemos que el proceso se da por obstruir una investigación. Se sorprende uno ver al rector académico de la Universidad Tecnológica de Bolívar, Daniel Toro, pidiendo renuncias, por un lado alegando ética y mirar a un lado o mejor aún defender dudosos nombramientos y queda uno en el aire ¿la academia tiene sesgos éticos?.
El alcalde ha tratado de manera despectiva y ofensiva a todo aquel que ponga en tela de juicio a “sus colaboradores”, es decir, no son empleados públicos a los que cualquier ciudadano tenga absoluto derecho de pedir una explicación de lo que hacen con nuestros recursos, al parecer estos personajes son vacas sagradas a las que nadie puede mirar.
Cartagena tiene dos raseros y dos morales, que se utilizan según convenga a cada bando. Lo peor es que esos bandos no están a favor de la ciudad, todos apuntan a interese particulares.