La protesta social es un derecho fundamental, consagrado en el artículo 37 de la Constitución Política de Colombia. Es un instrumento constitucionalmente legítimo de reivindicación de los derechos humanos, en circunstancias específicas de tiempo, modo y lugar, siempre y cuando se desarrolle de manera pacífica; adicionalmente, se relaciona con otros derechos constitucionales, como son el derecho a la comunicación y el derecho a la libertad de expresión.
“En el marco de una democracia participativa, como la colombiana, el derecho a la protesta social busca materializar espacios a través de los cuales la ciudadanía puede expresar su inconformismo, necesidades y reivindicaciones. La protesta social fortalece la democracia, en la medida en la que permite la participación de voces que no han sido escuchadas en espacios de la esfera pública institucionalizada”, afirma la profesora Diana Ramírez, de la Universidad de la Sabana.
Lo que se dará este jueves 22 de septiembre en Cartagena de Indias, no es más que el grito desesperado de las de personas que habitamos en esta ciudad, es mucho lo que aquí pasa, y mucho más lo que no pasa y nos mantiene en un estado de miedo, zozobra, abandono, descuido, deterioro y caos en todos los sentidos, hoy la ciudad es tenebrosa, insegura, inmóvil, más pobre, carente de infraestructura, de oportunidades, y todo tenemos claro que no se ha dado en el curso de estos tres años de desgobierno y desinstitucionalidad, pero si sean marcado y profundizado en este nefasto periodo.
Dau Chamat, resultó ser todo lo que atacó en su campaña con un discurso que hoy le encaja a la perfección, un dictadorcillo tirano, tunante y mediocre, que a gritos, injurias, malos tratos, comportamientos misóginos y sumado a esto todo lo que administrativamente no debe ser.
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El miedo se apodera de cada uno de los cartageneros, en su mayoría personas de bien, sin problemas con la justicia, ni con la parajusticia que se ha adueñada de nuestros barrios, se ha hecho costumbre el ajuste de cuentas y la normalización de la pena de muerte ante los ojos indiferentes de las autoridades, ya nuestros niños se suman a la nefasta y fatal estadística de víctimas por este fenómeno, a esto le sumamos los atracos que convirtieron a toda la ciudad en un solo “barrio tenebroso”.
Ver nuestra salud convertida en la caja menor de particulares, mientras los cartageneros éramos azotados por el dengue, nuestra red hospitalaria cada vez mas precaria, mientras el presupuesto del DADIS se deja de ejecutar en más de un 40% solo por la negligencia de su directora, quien de manera inexplicable retorno a su cargo luego de una suspensión de tres meses, cosas que en ninguna administración debería ocurrir y mucho menos en una que bajo engaños dice llamarse anticorrupción, esto sin hablar de las barbaridades que se hicieron en pandemia y las cuales descaradamente el alcalde justificó con la falta de experiencia del gabinete. ¿Acaso nuestros impuestos no son pagados para que tengamos funcionarios capaces? Ni que hablar de las vidas cobradas por el dengue.
Hablemos del Plan de Alimentación Escolar, contrato que pasa por la bolsa mercantil que no es otra cosa que una disfrazada selección a dedo y con la que se juega impunemente con la vida de tantos niños de escasos recursos en la ciudad, ¿Cuánto tiempo tardaron las instituciones educativas públicas del Distrito sin contrato de aseo causando retraso en el calendario escolar? Y esta es solo la punta del iceberg.
El deterioro de las vías salta a la vista, aun las que maquillaron en medio de un circo con su payaso principal hoy ya podemos ver su mal estado a menos de seis meses de haber sido entregadas.
Paro de contar porque no terminaría hoy de enumerar todas las inconformidades que impulsan a que este Paro Distrital se haga y del yugo las cadenas cual leonas fieras destrocemos. Es un acto de amor por la ciudad gritar fuera Dau.