El sicariato en Cartagena de Indias sigue disparado y ha alcanzado niveles alarmantes, sin importar que en su accionar caigan personas inocentes sin discriminar hora, lugar o circunstancia. En los últimos meses, los cartageneros han sido testigos de un incremento desmedido de actos violentos que no respetan siquiera a niños ni mujeres embarazadas. La brutalidad de estos crímenes ha dejado a la ciudad sumida en la incertidumbre y el temor.
Este miércoles 11 de septiembre de 2024 una nueva víctima se sumó a la ola de violencia. Amparo Mendoza Aguilar, de 24 años, oriunda de Tolú, Sucre, fue asesinada en el popular barrio 13 de Junio. Según fuentes oficiales, la joven había dado a luz en abril de este año y era la compañera sentimental de un hombre privado de la libertad. Los sicarios, sin piedad, acabaron con su vida en plena vía pública, a plena luz del día, dejando un niño huérfano.
La Policía de Cartagena informó que tras el hecho, a las 6:50 p.m., fue capturado un joven de 21 años, presuntamente vinculado al homicidio. Aunque esté capturado será dejado a disposición de la Fiscalía General de la Nación, las cifras de asesinatos siguen en ascenso, sembrando dudas sobre la efectividad de las investigaciones y los millonarios recursos invertidos en seguridad por parte del alcalde Dumek Turbay Paz.
Con el asesinato de Amparo Mendoza, ya son cinco las víctimas de sicariato en lo que va del mes de septiembre. El pasado mes de agosto cerró con la escalofriante cifra de 50 homicidios, la mayoría selectivos. A pesar de estas alarmantes estadísticas, la administración distrital parece enfocarse más en obras públicas, eventos deportivos y fiestas, dejando la seguridad en un segundo plano. Mientras el alcalde de Cartagena habla de la “guerra contra los huecos”, la ciudad se desangra en medio de una guerra de sicarios que no da tregua.
La pregunta que muchos ciudadanos se hacen es: ¿Qué pasa con las investigaciones y los recursos invertidos en seguridad? El aumento en el presupuesto destinado a este rubro parece no estar dando los resultados esperados. A pesar de la implementación de drones de alta tecnología, operativos policiales y patrullajes en zonas críticas, los crímenes continúan ocurriendo a plena luz del día. Las víctimas, muchas veces, no tienen relación alguna con el conflicto, lo que aumenta el temor en los barrios populares, donde el sicariato ya no respeta ni niños ni a mujeres.
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Cartagena enfrenta una crisis de seguridad que exige respuestas contundentes. Es hora de que las autoridades locales y nacionales prioricen la vida de los ciudadanos sobre las festividades y las obras, antes de que la violencia siga arrebatando más vidas inocentes.